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jueves, 3 de septiembre de 2009

A 20 años del condorazo del Cóndor Rojas



¿Se toparon con la noticia de la bengala de nuevo?
El 3 de septiembre de 1989, el futbol chileno hizo historia, y no por cálculos optimistas como los que hay ahora acerca de un cercano cupo al mundial, muy por el contrario, fue por un show notable a cargo del arquero Roberto Cóndor Rojas y compañía, que le valió a nuestro país la suspensión a dos mundiales (Italia 1990 y EE.UU. 1994) y al Cóndor, la prohibición de jugar de por vida.

Se jugaba un partido eliminatorio importante ante el seleccionado brasilero en el Estadio Maracaná. A Chile solo le servía el triunfo para avanzar y Brasil ganaba 1-0. Ya corría pleno segundo tiempo, cuando una bengala proveniente de galería cayó en plena área chilena. El portero, Roberto Rojas, cae al suelo con las manos en la cara ensangrentada, sus compañeros van en su ayuda y además nace el famoso “Pato Yáñez”, cuando el delantero se agarra los genitales en señal de furia hacia los locales.

El partido se suspendió y comenzaron las indagaciones sobre el incidente tras los reclamos exaltados de nuestros compatriotas, que llevarían a la conclusión que una garota había sido la responsable del disparo. Finalmente se demostró, gracias a la cinta de una cámara de televisión, que había sido una simulación, un triste montaje de Rojas, apoyado por otros personajes, ya que la bengala había caído al lado del futbolista. Además del Cóndor Rojas habrían participado Fernando Astengo, Orlando Aravena y Sergio Stoppel, entre otros. Por lo cual las sanciones fueron en varias direcciones.

El castigo para el Cóndor Rojas, fue de por vida. No solo desde la FIFA, sino también por parte del pueblo chileno. Tiempo después, el periódico inglés The Times se sumaría, eligiendo al show de Rojas en el primer lugar de las más grandes simulaciones de todos los tiempos en el futbol. Pero el portero continuó su trabajo en el mismísimo Brasil, llegando a ser preparador de arqueros del Sport Club do Recife.

Es común que recordemos los escándalos y malos ratos, y en este caso puede ser absolutamente comprensible, por todo lo que implicó. De todos modos es bueno tener en cuenta que antes el Cóndor demostró su gran calidad al arco, como en las eliminatorias a México 1986, el segundo lugar en la Copa América 1987, su traspaso al Sao Paulo y las eliminatorias de Italia 1990, hasta el incidente teatral, claro. Llegó a ser catalogado incluso como uno de los mejores arqueros de la época y hoy en día, pese al Maracanazo, hay quienes continúan alzándolo en el sitial histórico de los mejores de Chile.

Como sea, hoy se cumplen 20 años del patético episodio que marcó a una generación de futbolistas nacionales, a los anales del futbol chileno y, por supuesto, al siempre presente hincha y telespectador, que tanto hoy como hace dos décadas vuelve a ver las imágenes y alguna chuchada exclama de corazón. Solo queda a futuro que evitemos más condoros, a ver si los rezos populares a Bielsa han servido.

Referencias: Emol.cl / Estrellavalpo.cl / Terra.cl

jueves, 6 de agosto de 2009

Al resguardo del Escudo Nacional



¿Nuestro escudo nos defiende de la perdida de identidad?
Cuecas, empanadas, chicha y la bandera, son algunos de los símbolos patrios que actualmente reconocemos como imagen de Chile, aunque comúnmente solo aparezcan para el 18 de septiembre o fechas conmemorativas. Otro de ellos, nuestro Escudo Nacional, tuvo transformaciones pero llegó a configurarse como lo conocemos hoy en día intentando escudar una identidad local.

Los escudos, históricamente, además de servir de elemento de defensa personal en el combate cuerpo a cuerpo, cumplía la función de resguardar y realzar nombres o símbolos de familias reales y grupos de importancia social. Así, los países toman la costumbre de tener sus propios escudos, como elementos fundamentales de su imagen nacional, y no netamente ligado al ámbito militar, sino como emblema de orgullo y unión popular.

El Escudo Nacional actual fue oficializado recién el 26 de junio de 1834 bajo el gobierno de José Joaquín Prieto. Su diseño, paradójicamente, estuvo a cargo de un británico, Carlos C. Wood Taylor. El diseño consta del escudo mismo con la estrella blanca en su centro, dividido en azul y rojo, sostenido por un huemul y un cóndor con coronas navales de oro. Está adornado con tres plumas de colores azul, blanco y rojo. Debajo, sosteniendo al conjunto, hay una suerte de forma orgánica, atravesada por un lienzo con el lema “Por la razón o la fuerza”.

Hubo dos diseños previos. En 1812 se había creado el primer escudo para reemplazar el escudo Real Español. Este tenía una pareja de indígenas armados, cuyo único parecido con el escudo actual era una estrella blanca sobre ellos. Y, con el Chile independiente ya firme, el gobierno de Bernardo O’Higgins decidió crear un nuevo emblema patrio, con laureles tipo César, un marco con una columna jónica en su centro y armas de la época por fuera.

Pero además de sus dos transformaciones, este estandarte patrio tuvo algunas modificaciones particulares sin intención. Hay versiones que cuentan con un caballo en vez de huemul, como el Monumento a los Héroes de Iquique en Valparaíso y en la Plaza Independencia de Concepción, debido a que fueron artistas extranjeros quienes los hicieron, sin conocer huemules. A propósito, ¿cuántos de nosotros hemos visto un huemul?, ¿cuántos hay?, ¿dónde están?

Quizás sea poca la claridad del por qué la presencia del huemul y el cóndor a nivel masivo en Chile. Muchas veces aceptamos y levantamos nuestros símbolos patrios sin siquiera pensar cómo llegaron a estar ahí o lo que representan.

Si bien puede no incomodarnos o importarnos el nombramiento e ilustración del huemul y el cóndor como los animales chilenos icónicos, el lema si ha generado en nuestra historia varias discusiones y dudas. El carácter rudo y algo bélico que insinúa ha llevado a que incluso en el Congreso Nacional, el año 2004, Nelson Ávila propusiera una ley para cambiar la frase actual “Por la razón o la fuerza” a “Por la fuerza de la razón”. Este proyecto aún está en trámite, y por su baja prioridad, es probable que demore mucho en saberse su conclusión, o simplemente se olvide.

Finalmente, estos constructos nos llegan establecidos y es poco lo que podemos hacer ante o “contra” ellos. Cada vez que vemos nuestro escudo, así como nuestra bandera nacional o algún otro emblema, sabemos que se trata de símbolos que nos representan, sino a nosotros, al menos al concepto de Chile a nivel internacional. Habiendo revisado algo de su historia y sus características, además de alguna anécdota peculiar, nos queda preguntarnos si este escudo nos ayuda aunque sea en menor medida a unirnos dentro de este concepto quizás poco definido que se entiende por “Chile”.

Algunos datos: Wikipedia.org

lunes, 1 de junio de 2009

Condorito a la conquista latinoamericana



¿Condorito sigue siendo símbolo del chileno popular?
El cóndor es uno de los íconos más antiguos que se conservan en nuestro país. Está presente en el escudo de Chile junto al huemul, y el pasar del tiempo lo llevó incluso a transformarse en uno de los personajes más conocidos a nivel latinoamericano en las caricaturas bajo el nombre de Condorito.

Fue creado por René Ríos, más conocido como Pepo, como referente de la idiosincrasia local, mezclando el ave nacional, con el roto chileno y el huaso típico. La representación de chilenidad del cómic se refuerza con sus compañeros de aventuras. Se trata de personajes fuertemente estereotipados, como el borracho, el compadre, la linda, el canchero o la suegra, que se relacionan en situaciones y lugares populares. Cada personaje es ícono de un tipo de persona que podríamos encontrar casi en cualquier barrio o comunidad de nuestro país, y quizás también de otras naciones.

Jorge Montealegre, escritor e investigador del humor gráfico, define a Condorito como un Cóndor tipo Huemul. Esto debido a que desde su creación guarda una imagen autodegradada del chileno típico, pues en vez de tener las características de fortaleza, grandeza y majestuosidad que se le atribuyen siempre al ave del escudo nacional, es un personaje empeñoso, hospitalario, de compadrazgos, espontáneo, ingenioso, con rasgos de lo popular, lo masculino y lo pícaro. Estos elementos podrían ser tomados como características de la identidad latinoamericana en general, más que las del chileno común. No estoy tan seguro que hoy en día estas cualidades de Condorito correspondan del todo al estereotipo nacional.

El personaje ha ido mutando y se ha ido latinoamericanizando con el correr de los años, al igual, quizás, que el mismísimo pueblo chileno. La evolución del dibujo mismo es cada vez menos tosco y animalesco, y más humano y genérico. Si bien mantiene sus pantalones negros parchados y sus sandalias tipo ojotas de campo, su pico y su cola de cóndor se achicaron bastante, y pasó del poncho a una polera roja, probablemente creada en sus inicios como referencia a la camiseta de La Roja, de nuestra selección de fútbol.

El código de Condorito es cada vez más universal. Borracho o presidiario, doctor o futbolista. Huyendo del compromiso con Yayita o insultando a su suegra. Poco importan la profesión o anécdota presentadas en cada nuevo chiste. Es una caricatura de lectura sencilla y bastante transversal. Cada vez son menos los elementos específicos y únicos de Chile. ¿Acaso la variedad de colores en sus tiras cómicas no es más viva que la existente en nuestras ciudades, construcciones y hasta en nuestras vestimentas en general?.

Su éxito, y obvio entendimiento internacional, queda demostrado por los buenos dividendos del cómic “Condorito” en alrededor de quince países centro y sudamericanos, y Estados Unidos. Si Condorito puede aún ser catalogado como el chileno-tipo y lo aceptamos como un fiel símbolo patrio, estamos aceptando la falta de existencia o al menos especificidad de características autóctonas o propias que definan a los chilenos, que los representen y distingan de los demás. Su ejemplo podría llevar a Chile a una inminente homogenización con el resto del continente, visión que tal vez no agrade a muchos, o por otro lado, asumiendo las falencias identitarias propias (sean cuales sean las razones de ello), a la articulación de una actitud amable, despierta y con sentido del humor, entre nosotros mismos y con el extranjero, superando las barreras territoriales, en pos de la conquista latinoamericana, y hasta mundial.

Algunos datos: Jorge Montealegre, “Pepo y el cóndor de Chile”.
Otros referentes: Condorito.cl / MemoriaChilena.cl