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jueves, 31 de octubre de 2013

La magia del sur

¿Saben qué significa COLUN? La Cooperativa Agrícola y Lechera de La Unión (Ltda.), nacida un 24 de junio de 1949 en este sureña localidad criolla, es la empresa más grande de la Región de Los Ríos, y se caracteriza por garantizarle a sus consumidores productos lácteos de buena calidad, provenientes directamente de sus productores locales.

Son cerca de 800 los cooperados que hoy en día pertenecen a la familia COLUN. Quienes, sin importar su tamaño, número de acciones o cantidad de leche entregada, participan equitativamente en las decisiones administrativas y de construcción de esta marca para Chile y el mundo. Consolidándola como el segundo exportador de lácteos del país.

Pero, más allá de sus definiciones y promesas “en el papel”, con valores como: austeridad, prudencia, trabajo en equipo, ayuda mutua, integridad y compromiso; COLUN ha demostrado su contundencia certificándose en calidad e inocuidad de productos, gestión ambiental, y gestión de higiene y seguridad del personal, entre otros.

Actualmente, la marca ha sabido transmitir estos pilares en su última campaña comunicacional, con un grupo de videos testimoniales de productores de leche de la cooperativa que levantan un mismo mensaje. “Somos COLUN: Pura buena leche”, donde personajes de diversas realidades sociales comparten el valor del trabajo y la familia, y del cuidado y el respecto animal en paisajes puros y privilegiados del sur de Chile. Aquí, todas las generaciones de cooperados disfrutan, entregan y se alegran con sus experiencias junto al tesoro compartido: las vacas de Los Lagos y Los Ríos.

Y es que esta organización no se ha enfocado netamente en la producción lechera, sino que ha apoyado el progreso regional, convirtiéndose incluso en una enorme fuente de trabajo nacional. Además, esta cooperativa ofrece servicios comunitarios a pequeños y grandes productores. Proporciona programas de asistencia técnica agronómica, asistencia veterinaria y el servicio de inseminación artificial, así como programas de mejoramiento en la calidad de leche por medio del sistema de inspección de lecherías y salas de ordeña, y por la instalación creciente de estanques enfriadores en los predios.

Resulta envidiable que este interesante modelo, que hoy se ve representado en cuatro marcas vinculadas (COLUN, COLUN Light; COLUN Vilib y Fundo Los Alerces), con tantos y diversos productos (leches, yoghurts, shots, postres, cremas, quesos, manjares, mantequillas y néctares), esté acercando a miles de hogares, dentro y fuera de Chile, a estos paisajes, estas realidades, estas familias, estos trabajos, estos productos, a toda la magia del sur.

Enlace: Colun.cl

domingo, 18 de agosto de 2013

Los Jaivas. 50 años de historia



“¿Cuál fue su motivación para hacer la tesis sobre la gráfica de Los Jaivas?” Con esa pregunta comienza la entrevista que me hizo la periodista Pamela Urbina Alvial, cuando terminaba de escribir el nuevo libro que celebra las cinco décadas de la banda más longeva de la música popular. Paradójicamente, es la misma pregunta que personalmente creo debería hacérsele a ella respecto a éste, su primer libro.

Son varios los hitos que podríamos comentar en estas semanas de fiesta por el medio siglo de Los Jaivas. Desde conciertos mega-masivos, hasta las toneladas de basura en el Parque Forestal. Pero creo que el momento público e íntimo de ayer, 17 de agosto (dos días después del cumpleaños oficial), es símbolo de lo que este hecho significa en lo medular.

A mediodía se lanzó el libro “Los Jaivas. 50 años de historia”, de Pamela Urbina, fundadora y subdirectora de la comunidad Jaivamigos. Felizmente, fui invitado porque colaboré en un capítulo de la obra con mi trabajo de investigación de tesis de pregrado sobre el análisis gráfico y comunicacional de las carátulas del grupo, como testimonio histórico, reflejo de imagen e identidad. Que actualmente puede revisarse en extenso en la publicación digital: “Los Jaivas. Testimonio y Marca” (click para ir a la publicación online).

Fue una ceremonia simple y espontánea, donde la autora junto a Claudio Parra, René Olivares (responsable histórico de la gráfica de la banda), Mario Mutis y Juanita Parra se encontraron y agradecieron mutuamente por la dedicación al trabajo (periodístico, musical y artístico). Luego de los protocolos en el Salón Blanco del Museo de Bellas Artes, todos los presentes, incluidos los artistas, compartieron un coctel y pudieron encontrarse en el hall del museo, donde se podía recorrer la completa y emotiva exposición conmemorativa de los 50 años de la agrupación, con fotografías, pinturas, partituras, trajes, objetos e instrumentos de la vida de Los Jaivas y su entorno.

Cuando ya se había retirado parte del público, y mientras Claudio, Mario, Juanita y René seguían compartiendo, fotografiándose y firmando autógrafos, al igual que la autora del libro; Claudio Parra se sentó al piano en medio de la exposición, en una pequeña tarima, mientras René Olivares se subió a su lado a ilustrar sobre una tela blanca. Poco a poco se unieron Juanita y Mario en percusiones, e inesperadamente, aparecieron desde la calle y entre el público: Francisco Bosco, con su saxo y flautas bajo el brazo, y Alan Reale con una guitarra “de palo”.

Interpretaron alrededor de seis temas, acústicos y acompañados por el coro popular. Con no más de 200 personas y el paisaje del museo, en su esplendor. Un verdadero recital íntimo, simple y transversal. Volviendo a esa esencia familiar de la comunidad. Como para ponerle los pelos de punta a cualquiera que estuviese ahí, mirando, conversando, cantando, bailando y sonriendo. Festejando los 50 años de Los Jaivas, a su lado, sobreponiéndose al paso del tiempo y a la misma muerte, como los mismísimos integrantes históricos de la banda y la comunidad pretenden que ocurra por mucho tiempo más.

domingo, 30 de junio de 2013

La Mesa Té Club

¿Qué pasó con la Mesa Té Club? Supongo que como yo, muchos recuerdan, y de manera bien “fresca”, la aparición constante de la larguísima mesa Té Club en campañas multimediales. Pero aunque la marca sigue estando muy presente y bien posicionada, le perdí la pista a la mesa hace ya bastante rato.

Quizás tenga algo que ver con los nuevos tiempos y el escenario actual de Chile. Porque las campañas de las marcas grandes suelen conectarse de forma bien lógica y cercana con el contexto histórico y popular que las acompaña. Y algunos podrían sostener que hoy en día las mesas en las casas y lugares de reunión social son cada vez más chicas y en ellas no siempre hay lugar para cualquier invitado.

Actualmente, podemos encontrarnos con fragmentos de esa esencia integradora de la marca Té Club de antaño, por ejemplo en su portal web. Donde las únicas referencias directas que aparecen sobre este emblema publicitario es las en campañas sociales de años anteriores, de colaboración entre la Mesa Té Club con el Hogar de Cristo. Más bien como gancho comunicacional de este símbolo criollo tan reconocido, para agilizar la donación de desayunos para los niños de esta última institución. Apelando a la unión nacional con este práctico fin, que no dudo sea importante, pero que minimiza el enorme valor que pretendía el mensaje (la promesa) original.

En la misma página web de Té Club, ahora se promete otra cosa: una “unión digital”. Poniendo en vitrina la variedad de productos de mercado de la empresa, y centrando el vinculo de sus consumidores con la marca en los canales online de la misma. Los sitios web vinculados, sus redes sociales y demás canales de esta comunidad intangible.

En cierto sentido, aquí se pierde el símbolo más concreto. De esta mesa única pero democrática. Larga, la más larga de Chile. Siempre puesta y donde había un puesto para todos. Relacionando desde paisajes sureños a nortinos, desde la cordillera hasta la costa y desde la ciudad hasta el campo. Compartiendo e integrando en ella al abuelo con los nietos, a la madre con los hijos, al ejecutivo con el campesino y al anfitrión de turno con los invitados más inesperados.

Por estos días, repletos de contingencias sociales, políticas, educacionales, culturales, económicas, podría resultar una promesa algo lejana. Ajena. Aunque así como la hora de once (o “las onces”) en Chile parecieran haberse logrado mantener, junto a unas pocas marcas locales fuertes, como el momento de mayor unión familiar, más allá de desencuentros y alejamientos de cada uno con sus seres cercanos. Puede que esta imagen de esta marca criolla en particular no sea tan surrealista.

En definitiva, respecto a la búsqueda de la mesa: es preferible no negar su vigencia, ni cuestionarse su pasado, sino evaluar sus posibilidades de proyección. Mal que mal, como en todo Club, solo basta que existan personajes “inscritos” o interesados en unirse a él. Y pongo en duda que la única manera hoy sea a través de internet.

lunes, 27 de mayo de 2013

Día del Patrimonio Cultural

¿Cómo protegemos y transformamos nuestro territorio? Con esta reflexión, el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, junto al apoyo de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), Legado Bicentenario y el Gobierno de Chile; se dio el puntapié inicial al festejo del Día del Patrimonio Cultural de Chile, este domingo 26 de mayo de 2013.

Esta iniciativa, que se lleva a cabo por decreto el último domingo de mayo de cada año, desde 1999, busca que en cada versión haya más participación ciudadana y más locaciones que abran sus puertas para ser visitadas y recorridas por todos aquellos curiosos frente a las construcciones criollas, su funcionamiento actual y su historia.

Definido desde sus orígenes por los organismos responsables como una instancia ciudadana de celebración y reflexión en torno a las diferentes dimensiones de nuestra herencia cultural. Este día ha ido consolidándose como una de las principales actividades culturales a nivel nacional.

En palabras de Magdalena Krebs, directora de la Dibam, citada en el diario La Tercera online: “Este día se ha convertido en una fiesta nacional, que permite que cada uno celebre lo que siente propio y se vaya también apropiando de nuevos lugares”. Pues siempre queda mucho por conocer, incluso en las ciudades en que vivimos, donde no tenemos la oportunidad de visitar normalmente los edificios y construcciones emblemáticas.

El presente año 2013, esto se demostró con sus más de 3 centenares de asistentes a los más de 360 inmuebles participantes, entre regiones y la capital.

Los recintos más visitados en la Región Metropolitana, por ejemplo, fueron: el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, el Archivo Nacional, el Palacio de La Moneda y la Biblioteca Nacional. Pero dentro de las novedades de este año, además de la apertura de nuevas locaciones a lo largo de Chile, destacó una en el mundo digital y tecnológico. Se trata de la aplicación móvil “DíaPatrimonio”, de descarga gratuita, que da la posibilidad de armar rutas patrimoniales personalizadas. Y permite conocer, localizar y difundir diversos monumentos e hitos patrimoniales de todo el país, en forma rápida y desde la propia mano.

Que grato saber que desde muy temprano y en familia, pese al día de descanso y el clima frío, cientos de chilenos y extranjeros aprovecharon esta instancia para pasear y conocer de otra forma el entorno que habitan. Aunque no deja de llamar la atención la escasa cobertura mediática de esta jornada, y aun menos de sus versiones regionales, sigue siendo una tremenda iniciativa que puede seguir creciendo y destacando cada vez más. Si incluso hay quienes hoy, en las redes sociales, exigen que se prolongue este evento de uno a más días al año. Por qué no aprovechar el entusiasmo “en caliente”.

Sitio web relacionado: Día del Patrimonio.cl

lunes, 29 de abril de 2013

El cañonazo de las 12

¿Por qué un cañón avisa el medio día en Santiago centro? Desde niño me hacía esa pregunta y ahora, divagando en varios asuntos, la sorpresiva detonación cercana, desde el Cerro Santa Lucía, me hizo recordar no solo la hora, sino también inquietudes históricas sobre el ya patrimonial cañonazo de las 12.

Luego de que el Cerro Huelén, habitado antiguamente por pueblos originarios de la actual capital chilena, fuera tomado y renombrado como Cerro Santa Lucía por Pedro de Valdivia y sus hombres; se convertiría en un claro emblema urbano. Aunque ha pasado por buenas y malas épocas, el cerro hoy mantiene paisajes verdes, arquitecturas diversas, monumentos, paseos, eventos y mitos de todo tipo. Desde el rimbombante Castillo Hidalgo, concebido como un fuerte de defensa de Santiago, hasta el popular cañonazo.

Este hito se gestó como señal para coordinar diariamente todos los relojes de Santiago y avisar el horario de la misa. Actualmente, se ha convertido en un verdadero e infaltable ícono sonoro de la ciudad.

Pero al principio, sin mucha de la tecnología masiva que tenemos ahora, no era fácil dar el cañonazo en el horario exacto cotidianamente. Y aunque había un reloj de sol en el cerro, que intentaba ayudar en esta noble tarea, los días nublados hacían peligrar su labor de apoyo, por lo que el dueño de la relojería El Cañonazo, ubicada en las faldas del cerro, salía puntualmente todos los días a agitar una bandera roja desde la calle. Dando aviso desde su templo del tiempo, para que el artillero de turno llevara a cabo su misión de manera prolija y estruendosa.

A tal punto a llegado el protagonismo del cañonazo que, pese a que se intentó silenciar su aviso del paso del AM al PM luego del terremoto del año 2010, volvió a ensordecernos en febrero del 2012, por conmemoración del aniversario número 471 de la fundación de Santiago. Otros hechos también han intentado acallar este símbolo. Se cuenta, por ejemplo, que a principios del siglo pasado el cañón se destruyó debido a que un artillero empeñoso lo sobrecargaba, y que el alcalde de la comuna, hacia mediados de los años 90, detuvo la detonación durante algunos meses, debido a denuncias de “ruidos molestos”, supuestamente efectuadas por los vecinos.

No está de más comentar que no se dispara una bala de cañón. Para la tranquilidad de los inocentes que, como yo cuando niño, se preguntan dónde irá a caer la munición cada mediodía, vale especificar que se trata solamente de la detonación de pólvora. Y es alegre agregar que no existen nuevos planes por detener este rito. Así que, para quienes estén interesados, vayan a pasear al cerro, donde incluso podrán sacarse fotos con el protagónico cañón.

martes, 20 de noviembre de 2012

Santiago en 50 elementos

¿Qué elementos describen hoy a la ciudad de Santiago? Una pregunta que puede resultar compleja, pero que en épocas de debates, encuestas y rankings más o menos populares (y más o menos acertados), sobre temas históricos, políticos, problemas sociales, culturales, medioambientales, de realidades locales o farándula criolla, es normal toparse con documentos y estadísticas que intentan responder inquietudes como esta.

Hace alrededor de una semana se publicó en el diario La Tercera un ranking con 50 objetos y lugares (además de humanos y animales) catalogados como “típicos” y representativos de la capital chilena. El ranking fue elaborado por un grupo de diez expertos vinculados a arquitectura, diseño, artes y comunicaciones. Proponiendo un top ten con una decena de objetos y lugares ícono de Santiago. Reflejos de identidad local. Esto, a partir de una lista de un total de cincuenta “candidatos” preseleccionados, evaluados y ordenados.

Los diez que encabezan el ranking son:

1.- Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).
2.- La Moneda.
3.- Río Mapocho.
4.- Avisos de neón de Rancagua y Diagonal Paraguay (Pantys Vigorella y Champaña Valdivieso).
5.- Teleférico.
6.- Logo del Metro.
7.- Antiguos letreros de las micros (de las amarillas).
8.- La Cordillera.
9.- Tajamares del Mapocho.
10.- Carros de sopaipillas.

Y el resto del listado se completa del siguiente modo: 11.- Tarjeta BIP; 12.- Puente Racamalac; 13.- Cementerio General; 14.- Mosaico del Metro; 15.- Cafés con piernas; 16.- Smog; 17.- Cañón del Cerro Santa Lucía; 18.- Fuente Alemana; 19.- Cerro Santa Lucía; 20.- Galerías comerciales del centro; 21.- Quiltros o perros vagos; 22.- Parque Bicentenario; 23.- Ferias libres; 24.- Parque Forestal; 25.- Los caracoles; 26.- Paseo Ahumada; 27.- Cerro San Cristóbal; 29.- Parque Metropolitano; 30.- Plaza Italia; 31.- Los chinchineros; 32.- Edificio Movistar (ex Telefónica); 33.- Barrio Concha y Toro; 34.- Lomito tomate palta mayo; 35.- Torre Entel; 36.- Bar Liguria; 37.- Villa Portales de Estación Central; 38.- La Blondie; 39.- Carritos de mote con huesillo; 40.- La Vega; 41.- Cartel de identificación de calles; 42.- Boleto de micro antiguo; 43.- Bus oruga del Transantiago; 44.- Kilómetro 0; 45.- El muro de Romualdito; 46.- Mural oculto del Parque Juan XXIII; 47.- Virgen del San Cristóbal; 48.- El “Terremoto”; 49.- El cité; 50.- Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.

En el artículo de La Tercera también se hace una pequeña lista tipo “mención honrosa”, de lo que no alcanzó a entrar en el ranking de los 50.

¿Qué les parece la iniciativa?, ¿los “ganadores”?, ¿las deudas…?

Link relacionado: Artículo del diario La Tercera.

jueves, 23 de febrero de 2012

Más de un siglo de Matta



¿Qué quedó en Chile de Matta?
Rematando el verano y aprovechando los últimos días en que aun se podía, fui al Museo de Bellas Artes a ver la exposición “Matta 100”. Una muestra pequeña pero bien interesante de la obra de este artista en el marco de los 100 años de su nacimiento en Chile, cumplidos el 11 del 11 del 11.

Más allá de lo cabalística de esta fecha, que incluso fue bastante utilizada por el mismo Roberto Matta durante su vida; es claro que un siglo sea siempre digno de festejarse y compartirse. Así, vemos como desde noviembre de 2011 hasta (por lo menos) los primeros días de marzo del presente año, se han desplegado en nuestro país ediciones editoriales, productos audiovisuales y exposiciones en museos, como el Bellas Artes y Centro Cultural Palacio la Moneda, dedicados al artista que partió hace tanto tiempo de Chile.

Al salir de “Matta 100”, en mi cabeza ronda un concepto: Matta es un personaje tremendo. Su trayectoria toca tan diversas aristas que incluso cuesta enumerarlas. Historia, arte, pintura, ilustración, editorial, política, amores, amistades. Chile, Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Cuba. Lo local y lo global. Un hombre intenso que se casó cinco veces y dejó huella artística, en dos y tres dimensiones, por donde pasó. Que esculpió y pintó desde telas finas y cortinas de museo, hasta murales populares (como aquel hecho junto a la Brigada Ramona Parra). A quien se le negó la nacionalidad chilena en tiempos de dictadura y se le extrañó desde la vuelta a la democracia, pues ya era oriundo del mundo y no solo de nuestro país. Y quien, además, se relacionó con Dalí, Magritte y Breton, fue expulsado del movimiento surrealista y ganó decenas de premios por el globo.

Personalmente, me atrae la mirada simple sobre escenas complejas, idílicas o cotidianas. Desde La Ilíada o El Quijote y La declaración de los Derechos Humanos, hasta los medios de transporte urbano o los deportes. Ese “control descontrolado” en soportes pequeñísimos y gigantescos, con una síntesis de la forma casi infantil y un uso del color realmente cautivante, logrando brillos mecánicos y plásticos, además de planos opacos y texturados, entre lo orgánico y lo robótico. Un universo concentrado pero exuberante, que pasa por decenas de técnicas y materiales. Tremendo.

Matta siempre mantuvo, pese a las distancias, una relación especial con Chile y con Latinoamérica; la política y sus cercanos criollos, como su amigo personal Nemesio Antúnez. Este último, que como director del Museo de Bellas Artes de Santiago incluso nombró una sala con su nombre, la que aunque fue renombrada durante la dictadura militar, hoy puede visitarse con su nombre original.

No es extraño que se le recuerde con admiración y nostalgia en nuestro país, por sus pares o el público general, a más de 100 años de su nacimiento. Vale la pena ver fragmentos de un siglo y fracción de Matta, a nueve años de su fallecimiento en Italia.

lunes, 1 de agosto de 2011

Cueca brava sobre el antiguo Matadero Franklin



¿Permanece parte de nuestra cultura criolla sobre la cuasi-desarrollada capital?
Un interesante dato: El Club Matadero, centro cultural y salón de baile, está ubicado en pleno barrio Franklin, en un segundo piso por Santa Rosa, entre las calles Bío Bío y Placer, y se levanta, justamente, sobre el antiguo matadero.

El local, bien agradable y acogedor. Se puede acceder de fácil manera en micro o metro a solo un par de cuadras. Lo que si, a las horas que se sale (se haya comido y bailado cuanto sea) debe estarse dispuesto a caminar, esperar o compartir un taxi. Para quienes no vivimos por el sector, claro está. Se trata de un espacio mediano con aires y decoración tipo "Quinta de recreo", en la cual hay una barra sencilla entrando a la izquierda, mesas de distintos tamaños, sillas, pisos y bancas concentradas hacia un lado, y un escenario al fondo, que según los entendidos, se ha transformado en el último año en un muy buen escenario para la cueca local en la capital chilena. Lo que no quita que en ese lugar se lleven a cabo variadas acciones de arte y cultura.

Sorprendente la cantidad de gente que puede llegar a juntarse los días de eventos, a tal punto que queda poco espacio para desplazarse o incluso animarse a bailar un par de patitas. La atmósfera es muy entretenida. Un sonido a resaltar para las características del local y la carta propuesta súper llamativa; con empanadas, sanguches de pernil, botellas de vino, cervezas, terremotos y combinados, entre otros manjares para amenizar la noche, aunque pueden tener la mala suerte de ir un día de mucha concurrencia y tener que aguantar hambre y sed por un rato mientras se reabastecen.

Muy positivo que sigan abriéndose y ampliándose los espacios para la escena cuequera (brava, chora, tradicional o la que se quiera) incluso en nuestra ciudad, a veces falto de ritmo y sobrante de individualismo y contaminación. Habrá que darle las gracias y los aplausos correspondientes a quienes plantaron estas semillas de “rescate” o “re-popularización” de la cueca chilena. Tanto músicos de las últimas épocas de gusto masivo que han vuelto a colocar ritmos y a viejos baluartes de este estilo sobre los escenarios, como Álvaro Henríquez, así como también las bandas jóvenes (y no tanto) que cada día son más en esta área. Daniel Muñoz y los 3 x 7 Veintiuna, Los Trukeros, Las Capitalinas, La Gallera, De Caramba, Calleboca y tantos más. Lo anterior sumado a los inolvidables sobrevivientes de la continua historia criolla musical, se ve aumentado con la fauna diversa que goza de lo lindo en este tipo de recintos oyendo, viendo y bailando junto a ellos.

En fin, en Club Matadero la organización puede llegar a verse sobrepasada por la masa de asistentes y se torna un poco agobiante el aire entre el pucho y el calor humano, pero esto demuestra lo prendido que está este centro cultural y salón de baile. De todos modos, me alegro por la propuesta y se los recomiendo a todos quienes gusten oír buena música en vivo, degustar clásicos criollos a precios razonables y, por supuesto, pegarse unas buenas patas de cueca, y también las infaltables cumbias pachangueras envasadas.

Enlace: Club Matadero

sábado, 23 de julio de 2011

De la memoria de museos a series de televisión



¿Qué tiene en común el Museo de la Memoria con Los archivos del Cardenal? Algo bien sencillo: la memoria. Este concepto, paradójicamente, es uno de los que, a veces, menos retenemos. Más allá de definiciones de diccionario, es interesante mencionar que la memoria conforma parte trascendente de nuestra identidad. De lo que realmente somos y nos determina como individuos, y también como sociedad.

La memoria, según plantean algunos teóricos humanistas, se suma al diagnóstico y a las proyecciones, dentro de esta triada que determina la esencia misma de un grupo o entidad. No es extraño entonces que día a día se hagan esfuerzos para mantener en el presente, aquello del pasado que guiará, o abrirá caminos alternativos con dirección a algún futuro. De allí que toman fuerza los proyectos históricos, artísticos, culturales, políticos o comunitarios alrededor de la evocación. Con fines absolutamente nutritivos, más o menos trágicos o cómicos, tanto en quienes protagonizaron ese pasado, como en quienes la observan tras la vitrina ultra-moderna de una gran multitienda llamada “opinión pública”.

Chile, en lo particular, y no por ello ajeno a realidades universales comparables, conecta comúnmente el tema de la memoria con su política y su historia social del siglo XX. En especial, el Gobierno de la Unidad Popular y el Golpe Militar, con su posterior régimen, dan cuerpo a una memoria ineludible, aunque por muchos conductos se haya intentado forzar a la amnesia colectiva. Actualmente, se cuenta con productos editoriales, fotográficos, impresos, escritos, ilustrados, fílmicos, de audio. Todos ellos colaborando en un gran álbum desarmado que se intenta volver a empastar.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos; proyecto Bicentenario abierto el 2010 por la entonces presidenta Michelle Bachelet, tiene por objetivo justamente esto: reconstruir un fragmento identitario, de manera integral, del pasado reciente, para ayudar al diseño constante de la sociedad, desde el conocimiento y la reflexión. Con los ojos vidriosos de los más canos y las miradas atentas de los jóvenes, se consigue de forma fina y explícita, un sitio tan presente como atemporal. Además de gratis en su entrada, para quienes aun no se hayan animado a ir.

De ahí a proyectos audiovisuales exitosos, como la bullada y recién estrenada serie Los archivos del Cardenal, basados en documentos y experiencias entorno a la Vicaría de la Solidaridad, el salto es tan grande como natural. Más allá de la calidad de las actuaciones, con Benjamín Vicuña, Daniela Ramírez, Néstor Cantillana, Alejandro Trejo, Francisco Melo, de los guiones, aciertos históricos o estilos narrativos; desde el detalle del fumar compulsivo de todos los personajes a la triste realidad de que la audiencia conoce a la perfección el final de este relato, es notable el que se abran y propongan nuevos productos que vitaminicen la memoria desde los medios masivos. Es interesante cómo los museos o las telenovelas pueden aportar en este sentido, proponiendo el recordar, de manera cercana y directa.

Diagnostico que esta suma de iniciativas, lejos de las disputas sordas de los más politizados, proyectan un futuro más concreto, un proyecto más humano y, probablemente, con más alternativas que el de sociedades olvidadizas, que tienden al peligro de las constantes recaídas.

Sitios relacionados: Museodelamemoria.cl, Los Archivos del Cardenal

viernes, 10 de diciembre de 2010

Copec off-line: Primera en servicio



¿Es trascendental hoy en día utilizar los medios de comunicación social?
Con más de 70 años de historia y cifras de 62% y 40% de participación de mercado en combustibles y lubricantes respectivamente, Copec parece demostrar que éste no es un tema, necesariamente, primordial en su caso.

Actualmente, existen más de 620 estaciones de servicio de Arica a Punta Arenas y es en los mismos locales donde se vive la marca en plenitud, haciéndose reconocible, recordable y preferible. Copec no es una simple bencinera. La amplitud de sus ofertas y la calidad de sus soluciones, junto a tecnología superior y el compromiso demostrado a través de la vocación de servicio y el involucramiento de sus empleados con los usuarios, logran que estos últimos vivan una buena experiencia con Copec y no requieran, hasta ahora, de una presencia exagerada en los medios de comunicación social.

Copec tiene su página web sencillamente bien resuelta. Todo lo que se necesita saber respecto a sus productos y servicios, además de conexiones con sus marcas asociadas; los sitios de éstos, y otros temas de interés están al alcance de los cibernautas, y no ha buscado mayor presencia que esa. No tiene un Facebook ni un Twitter oficial, por ejemplo, pero es la gente, de forma espontánea y voluntaria la que ha creado decenas de sitios en las redes sociales.

Sus apariciones en internet, de todos modos, son numerosas esencialmente gracias a marcas o entidades asociadas con Copec, que tienen presencia digital propia y fuerte. Ejemplos hay varios, como el caso de Francisco “Chaleco” López con su sitio personal, donde aparece la marca ligada al deportista, o el sitio web, el Flickr y otros enlaces relativos a la Copa Copec, que concentra a equipos de futbol escolar con una fuerte alianza de la marca, o todos los videos que aparecen en Youtube de las campañas publicitarias de Copec, con un montón de reproducciones a su haber, además de otros tantos videos de aficionados.

Copec se promociona sola. Tiene presencia y comunicación directa con sus usuarios por medio de sus canales oficiales, pero la relación más importante es la que brindan sus trabajadores en sus locales, y la calidad de sus servicios. Esto la ha mantenido como primera en su categoría, aunque no haya privilegiado estrategias en comunicación on-line. En esta industria, la de las estaciones de servicio, el mundo on-line no parece ser trascendental.

No es menor que sin entrar en la vorágine masiva de los medios de comunicación social y el inacabable abanico de posibilidades en internet, en el último ranking de marcas: Brand Valuator de Young & Rubicam, año 2010, Copec está posicionada en el puesto 74, manteniéndose primera en su categoría, y para seguir siendo primera en servicio.

Datos obtenidos de: Copec.cl y otros rincones de la red de redes.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Centenario, Bicentenario y la búsqueda de la chilenidad



¿Cambió la búsqueda de chilenidad tras 100 y 200 años?
Para el año 1910, existió una gran expectativa derivada en múltiples preparaciones para festejar en grande el supuesto Centenario de la Independencia. Naturalmente, se buscaba relacionar a todos los personajes de este territorio bajo un imaginario colectivo fuertemente nacionalista, rebosante de “chilenidad”.

Paralelamente a la planificación de fiestas y obras conmemorativas, que intentaban reflejar a nivel internacional una imagen de progreso y modernidad, bajo la organización de la elite gobernante, el Centenario ya generaba una amplia discusión acerca de la realidad de Chile en cuanto a su identidad. Por ejemplo, Luis Emilio Recabarren, fundador del Partido Comunista local, afirmó sobre esa fecha que: “(...) sólo tienen razón de conmemorarla los burgueses, porque ellos, sublevados en 1810 contra la Corona de España, conquistaron esta patria para gozarla y aprovecharse de todas las ventajas que la Independencia les proporcionaba; pero el pueblo, la clase trabajadora, que siempre ha vivido en la miseria, nada, pero absolutamente nada ha ganado con la Independencia de este suelo de la dominación española.”

Las palabras de Recabarren, si bien guardan una conocida sustancia política, sintetizan de buena manera una opinión común y reiterativa a lo largo de la historia chilena, que demuestra cómo un grupo importante puede percibir que ciertas instancias, tanto propuestas como impuestas, les son más bien lejanas o ajenas. Ya sea por disconformidad constante, por real falta de identificación o porque el progreso no beneficiaba a todos por igual; en los festejos hace cien años ya se notaba una carencia de la imagen propia de los chilenos. Como unidad, como parte de una estructura más compleja, que generara y expusiera, ojalá, cierta cohesión entre los chilenos. Pero la elite gobernante tuvo desde el principio de su historia republicana el objetivo de generar y no de buscar una identidad chilena y una imagen país integradora y reconocible, aunque en la práctica hubiese muchas imágenes e identidades distintas y distancia más que unión.

Sobre este entendido es que en el año 2000 se creó la Comisión Bicentenario con el fin de gestionar proyectos, en base a la reflexión, al debate y a la discusión entre los chilenos, para acercarnos a ser un país integrado y con un correcto desarrollo de su identidad país. Como parte de este proyecto gubernamental, se ha obrado mayoritariamente desde el ámbito de infraestructura y equipamiento en diversas ciudades, con el objetivo de generar proyectos emblemáticos de desarrollo urbano en el festejo del 2010, que hoy vemos todos los días en los distintos medios de comunicación.

Cada cual tiene su opinión respecto al éxito y la calidad de todo lo que está pasando en este año y este mes patrio en torno al bullado Bicentenario, pero ¿acaso ha cambiado lo que al parecer fue el gran error de gestión para el Centenario?, ¿somos los chilenos y no una elite gobernante quienes estamos reformulando y definiendo nuestro camino identitario?, ¿lograremos luego de este 18 de septiembre ofrecer aquello que Chile, como nación única, puede ofrecer?, ¿existe al fin y compartimos una chilenidad?...

domingo, 16 de mayo de 2010

Don Francisco. La bandera de la unidad



¿Por qué los sábados en la tarde son como un viaje al pasado?
Ayer, mientras tenía una eterna tarde en cama debido a una recaída gripal, el zapping me llevó al programa con el Récord Guiness por más horas de transmisión a nivel mundial (más de 14 mil): Sábado Gigante, justo en su sección más clásica: El Chacal de la Trompeta.

Me llama la atención, este show ya no tiene casi nada de chileno, excepto por la participación de la Cuatro Dientes (Gloria Benavides) y, obviamente la conducción y paternidad del inigualable Don Francisco, pero de todos modos continúa siendo un ícono local (por último como recuerdo) debido al mismo Mario Kreutzberger, un “ancla nacional”.

No es Sábado Gigante lo que hoy, a semanas del terremoto, coloca a Mario Kreutzberger en el pensamiento colectivo como un ancla de Chile. En el sitial de la caridad y la unión nacional. Como el máximo exponente local de la ayuda social. Lleva décadas a cargo de la cruzada de la Teletón, formato derivado del proyecto norteamericano del actor Jerry Lewis, y más encima, cada vez que ocurre una catástrofe, algún accidente de alto calibre, todos piensan en él para conseguir cohesión popular y solidaridad, mal que mal, es un experto en levantar el ánimo chileno y superar metas altísimas de recolección monetaria.

¿Habrá otra persona capaz de reunir a los personajes de la fotografía? Difícilmente. Ver a Michelle Bachelet y Sebastián Piñera tomando juntos la bandera, al lado de a Iván Zamorano (el “Gran Capitán”) y el mismísimo Don Francisco es una imagen que perdurará en el tiempo. Incluso la casual aparición en la fotografía del humorista Palta Meléndez, se ha comentado, es un símbolo fantasmagórico, una representación de Pinochet, a quien imitó en repetidas ocasiones, pero eso es solo mitología urbana y harina de otro costal.

Puede que a algunos les suene como tema repetido o aburrido porque ya pasó algo de tiempo desde este evento, considerando también las innumerables oportunidades en que los distintos medios tratan temas relativos al terremoto y el tsunami cada vez que pueden, pero personalmente no había tocado esta temática acá, pues la vorágine post-traumática y el comienzo de año me alejaron del blog. Por otro lado, uso la situación y la imagen como un ejemplo que ya pasó a formar parte de la historia nacional. El símbolo de unión ahí no es solo la bandera, sino el mismo Don Francisco. Este hombre, nos parezca más o menos simpático, es un monstruo de las comunicaciones y cada vez que se ha requerido de su colaboración (y dirección) ha sabido arrancar de sus clásicas tardes del sábado, para estar presente y superar las metas, por difíciles que nos parezcan.

Comentábamos este episodio en el electivo que dirijo y había bastante acuerdo respecto a lo singular del momento y del emblema y necesidad de Don Francisco para estos cometidos. Cerraré el comentario citando una analogía que me llamó particularmente la atención sobre el creador de la Teletón chilena: “Él es como el Padre Hurtado moderno”.

Imagen: Obtenida de la primera plana de Las Últimas Noticias, 5 de marzo de 2010, al día siguiente de "Chile ayuda a Chile", Teletón especial para la reconstrucción después del terremoto del 27 de febrero en la zona centro-sur de Chile.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Gráfica de la literatura de cordel criolla



¿Existe una gráfica propiamente chilena que refleje el cambio de siglo XIX al XX?
Esta pregunta se repite cada cierto tiempo, y no solo referida a ese período de nuestro proceso evolutivo, sino a varias épocas, pues no son pocos quienes aseguran que Chile, tal vez por falta de creatividad o por los innumerables quiebres históricos, nunca ha tenido expresiones artísticas nacidas y desarrolladas en el medio local sin ser hechas por extranjeros o imitadas evidentemente de modas del exterior.

Desarrollando un proyecto laboral me topé con los singulares y llamativos grabados de la Lira Popular. Retrata de representaciones locales de distintos temas chilenos con una técnica bastante particular que acompañaban poesías en décimas escritas por populares poetas entre el año 1866 y 1930. Entonces, entré en el mundo de estas ilustraciones tan rústicas como criollas y fascinado por el reencuentro decidí escribir al respecto, aprovechando de actualizar este espacio algo relegado por el trabajo.

Corría una época de auge en cuanto a literatura popular se refiere cuando apareció la Lira Popular, que consistía en pliegos sueltos impresos en los que algunos autores nacionales populares plasmaban sus obras poéticas en décimas referidas a quehaceres nacionales, escenas varias y personajes icónicos.

En Occidente se nominaba a este movimiento como “literatura de cordel”, debido a que la forma de exponer al público era colgando cada pliego de un cordel o lienzo estirado entre dos árboles o similar.

En nuestro país estas obras se ilustraban con grabados más bien toscos, de creación autodidacta y azarosa, que la mayoría de las veces eran diseñados por los mismos autores del escrito. A ello puede atribuirse esa calidad básica, quizás algo infantil, pero con toda aquella personalidad que da la simpleza y la técnica misma de impresión. Debo mencionar que además esta gráfica me recuerda bastante a toda una corriente contemporánea de artistas chilenos, como por ejemplo el particular trabajo de José Benmayor.

Como muchas veces ocurre, más por fortuna que por decisión consciente, hubo quienes atesoraron estos impresos, según cuenta Memoriachilena.cl, como el alemán Rodolfo Lenz, que posteriormente donó su colección de alrededor de quinientos pliegos a la Biblioteca Nacional, transformándose, junto a la de alamiro Ávila y Raúl Amunátegui de la Biblioteca Central de la Universidad de Chile, en una de las tres colecciones existen en Chile.

Fue poca la importancia que se le atribuyó durante la historia a esta verdadera vitrina de historia y literatura nacional. En sus distintas ediciones aparecen grabados tanto temas políticos, como rutinarios y sucesos violentos.

Recomiendo a quien no haya visto nunca la Lira Popular darse una vueltecita por sus pliegos y hacerse su propia opinión. Como mínimo debe aceptarse que se trata, al menos, de testigos protagónicos visuales de Chile y sus realidades. El resto queda para el análisis, la discusión y la imaginación de todos nosotros.

Referencias: Lira Popular / Memoriachilena.cl

viernes, 30 de octubre de 2009

Día Nacional del Ejecutado Político



¿Sabían que hoy se conmemora a los ejecutados políticos?
Esta fecha ya era utilizada por los familiares de los ejecutados políticos para recordar a sus seres queridos, pero hoy ha pasado a tener un carácter nacional oficial. Hoy la presidenta Michelle Bachelet firmó un decreto que establece el 30 de Octubre como el Día Nacional del Ejecutado Político.

La ceremonia se realizó en el Palacio de La Moneda junto a la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, además de algunos miembros del escenario político y gubernamental, como el diputado Tucapel Jiménez, hijo del líder sindical asesinado en 1982, y la ministra Carolina Tohá, hija de José Tohá, ministro de Allende, ejecutado en 1974. Lo que se busca es conmemorar a cientos de personas asesinadas en la dictadura, según la mandataria, no como revancha, sino como “una política imprescindible para recuperar el alma de Chile”.

Muchos discuten hace ya bastante tiempo acerca de si este tipo de acciones no hacen más que volver a traer temas conflictivos y revivir permanentemente las diferencias entre los grupos y el pasado negativo chileno. Por ello, la presidenta enfatizó que esto tenía que ver con los pilares de acción que han tenido los gobiernos democráticos luego del término de la dictadura de Augusto Pinochet; pilares como verdad, justicia y reparación. La idea se centra en que el pueblo chileno no olvide con el correr de los años a las víctimas de una etapa de nuestra historia en pos de no repetir los graves errores y horrores ocurridos, reafirmando el compromiso nacional con los Derechos Humanos por siempre. También se planteó la iniciativa de contar con un Instituto de Derechos Humanos, para defender la memoria y promover la cultura, aprendiendo de las fallas del pasado.

Chile debe ser capaz de cerrar de una vez por todas las heridas del pasado, como lo son las dejadas por el Gobierno Militar. No podemos seguir discutiendo y luchando por temas que ya pasaron de cierto modo, por malos o buenos que sean. Hay que saber y ser capaces de avanzar, no borrar ni omitir los capítulos oscuros y crueles de nuestra historia. La presidenta declaró que “éstas (heridas) sólo se pueden curar si están limpiecitas. Es la única manera que cicatricen”. Una afirmación extremadamente clínica y absolutamente cierta.

Es bueno contar con instancias, actos y conmemoraciones para recordar quiénes somos, de dónde venimos y proyectar para dónde vamos. El tener en la memoria problemas como la intolerancia y la violencia es nutritivo para fortalecer el futuro del país. Hay que saber asumir lo positivo y lo negativo de los elementos que configuran nuestra identidad. Aunque sea en referencia a un punto negro de nuestra historia, es mejor conmemorar este tipo de eventos propios de nuestro país que andar preocupados de conseguir un buen disfraz para una fiesta o comprar un arsenal de dulces para recibir a los niños este fin de semana de Halloween, otra fiesta ajena absorbida y adorada por los chilenos. Y con esto no digo que solo debamos llorar nuestras desgracias, también hay fiestas que nos pertenecen, y ambos tipos de eventos nos definen como chilenos, sumado a todo lo que adquirimos del exterior.

Información obtenida en: Lanacion.cl / Emol.cl

martes, 27 de octubre de 2009

El cigarro como símbolo histórico



¿Cómo se enlazan los cigarros con la historia de Chile y sus países vecinos?
El tabaco fue descubierto en América por los marineros colonos, transformándose en un vicio y una industria de peso mundial de forma rápida y potente.

A la llegada de Cristóbal Colón los indígenas ya fumaban tabaco en una especie de pipa de caña nominada “Tobago”, que dio posteriormente el nombre a la planta del Nuevo Mundo. Nuestros pueblos originarios consumían esta planta bajo la creencia de cualidades curativas, entre otras. Al poco tiempo las semillas de tabaco fueron exportadas a España y luego a Francia e Inglaterra, esparciendo y creando la costumbre y el vicio rápidamente en el resto del globo. Ya fuera en pipa, cigarrillo o masticado, el tabaco se apoderaba del mercado universal.

En el ámbito local, pese a que hacia 1753 España monopolizó la plantación y venta del tabaco, y que el contrabando y la producción casera fueron incontrolables, la industria tabacalera tuvo gran éxito en Chile. Primero los cigarros se fabricaban de manera casera y se vendían sueltos o envueltos rústicamente en papel. Entrando al siglo XX la industria nacional se revolucionó con la llegada de la máquina para fabricar cigarrillos en serie, creándose la primera fábrica local.

Así, hacia fines del siglo XIX las marcas de cigarros nacionales eran muchísimas y muy variadas. Las primeras cajetillas producidas profesionalmente eran impresas en blanco y negro, para luego adoptarse la impresión cromolitográfica, que permitía contar con 14 colores, además de relieves y dorados, para enriquecer la gráfica y evitar las imitaciones baratas. Estos diseños se relacionaban fuertemente con modernidad, glamour y elegancia, debido a que incluso los protagonistas de las películas extranjeras del momento fumaban, y mucho.

Las cajetillas reflejaban el imaginario nacional del momento. Se mostraban paisajes locales, alegorías patrióticas, elementos de arquitectura, personajes mitológicos y la siempre bien ponderada figura femenina, tan reiterativa en la historia de la publicidad a nivel mundial. Existieron marcas tales como “Por la Razón y por la Fuerza”, “ Fresia”, “El Sol”, “El Pampino”, “El buen Roto”, “Compadre”, “Populares”, "Marca Chancho", “La Belleza”, “Cine” y “Ópera”, que llegaban desde distintas simbologías a todos los segmentos chilenos, con temáticas, calidades y precios para todos los gustos.

En 1909 se fundó la Compañía Chilena de Tabaco, que reunió al grupo de fábricas del rubro más importantes del país y se transformó en la tabacalera líder del mercado en poco tiempo. Luego se unió con la British American Tobacco, el conglomerado con más participación a nivel global.

La historia del tabaco, la industria del cigarro y el diseño chileno de marcas atraviesa nuestra memoria desde nuestros antepasados indígenas, pasando por la construcción republicana y hasta el día de hoy. Y aunque seguiremos viendo personajes como Don Miguel o Don Serapio junto a advertencias mortales e imágenes exageradas de dentaduras putrefactas ocupando gran porcentaje de la visualidad de las cajetillas de cigarros, pues los temas de salud, cáncer y consumo precoz de cigarros en Chile (y en general) son de gran relevancia y preocupación actual, esto no quita el que siga siendo uno de los negocios más ricos económica y mediáticamente.

Referencias e imagen: Memoriachilena.cl
Otros datos: Latercera.cl

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Dawson, Isla 10. Una cinta prometedora



¿Qué idea tienen sobre esta película?
El 10 de septiembre de este año se estrenó “Dawson, Isla 10”, película dirigida por Miguel Littin, basada en el libro “Isla 10” de Sergio Bitar, donde se narra su historia como arte de un grupo de prisioneros políticos dentro del campo de detención en Isla Dawson, a 53 kilómetros por mar de unta Arenas, bajo el yugo de los militares durante la dictadura militar chilena.

Miguel Littin, único director nacional nominado a los premios Oscar en dos ocasiones, se caracteriza por hacer proyectos cinematográficos ligados fuertemente a Chile y Latinoamérica, además de Palestina, por su origen. Sumado a esto, un dato importante es que fue exilado luego de Golpe Militar en nuestro país, y ello se ve reflejado en su obra en general, como en el interés de llevar a cabo esta producción en espacial.

Particularmente en este film, la idea es mostrar lo que pasaba dentro de un campo de detención durante el régimen del General Augusto Pinochet, siendo la primera película que toca el tema de los oprimidos y los opresores en el lugar mismo de los hechos, en este caso, bastante aislados.

Fue clave que el lanzamiento haya sido un día antes del aniversario del Golpe Militar del 11 de Septiembre, y se agradece que se traten temas de nuestra historia, más o menos reciente, desde distintas perspectivas, parajes y personajes. La fotografía y la producción son muy buenas. Dan pie a un reconocimiento y transmisión fiel del ambiente, el entorno geográfico y humano, determinantes de la experiencia de quienes protagonizaron esta historia. Pero, el proyecto buscaba reflejar también las penas psicológicas y físicas de las que fueron objetivo un grupo de líderes y autoridades de la izquierda allendista, y es allí donde uno puede quedar con gusto a poco.

El desarrollo de personajes es más bien un boceto. El propio Benjamín Vicuña, quien encarna el personaje de Sergio Bitar, se percibe como demasiado hermético. Igual que sus compañeros de encierro, entre los que están Orlando Letelier y José Tohá, fuertes íconos del periodo, dejan mucho por conocer. Más allá de que el encierro y la situación adversa pueda realmente haber tenido a los presos comúnmente silenciosos y en actitudes parcas, no por ello son seres sin sustancia. Por otro lado, sorprende el tratamiento de algunos personajes militares. Luis Dubó sale de ese papel del chileno popular típico tan repetido en que lo vemos en series y películas, generando un oficial con harto fondo y personalidad, así como Sergio Hernández, uniformado a cargo del centro de detención, e incluso Cristián de la Fuente en un papel que de ser más bien secundario pasa a primera fila principalmente por el fuerte carácter del rol.

Sin haber leído el libro, no puedo hacer comparaciones o apreciaciones respecto del hilo conductor o la visión del autor del texto original. Lo que si, se notan, al menos esbozados, todos los elementos para una reconstitución desde adentro de la historia, aunque muchas veces en este tipo de apuestas, uno es exigente y suele esperar más. Creo que en este caso, que aparte de algunos personajes específicos, el montaje mismo del proyecto, la idea de adaptación a la pantalla grande, la locación, la calidad y el esfuerzo de producción de filmarlo en el mismísimo lugar del los hechos se roban un poco la película, que ni siquiera sabría bien si definir como semi-documental, drama o reconstrucción adaptada.

Referencias y fotografías: Dawsonlapelicula.cl

domingo, 27 de septiembre de 2009

El Roto Chileno



¿Por qué hay un monumento al Roto Chileno?
No deja de llamar la atención que una estatua al Roto Chileno; personaje urbano y pobre siempre presente y discriminado en nuestra historia, sea tan respetada y popular, incluso tal vez más que muchos otros monumentos a grandes próceres de la patria y triunfos independentistas nacionales que podemos encontrar en distintas plazas y construcciones de las ciudades de Chile.

Se dice que su autor, Virgilio Arias, no la habría construido por encargo, sino que por propia iniciativa cuando estudiaba en Paris, al mismo tiempo que se llevaba a cabo la Guerra del Pacífico entre Chile y la Confederación Peruano-Boliviana. Inicialmente el título de la obra fue “Héroe del Pacífico”, y bajo este nombre fue expuesta en el Salón de Paris. Dos años más tarde la estatua fue distinguida con la medalla de oro en la Exposición Nacional de Santiago, y probablemente ahí fue cuando la Municipalidad de Santiago decide comprarla para darle un lugar en el centro de nuestra capital.

Finalmente, la estatua sería colocada en la Plaza Yungay, ícono del barrio céntrico de Santiago, fundada por el Presidente José Joaquín Prieto para honrar la batalla del mismo nombre. La obra misma se posa sobre un pedestal de cemento que emula una gruta natural, cuya inscripción dice “Chile agradecido de sus hijos por sus virtudes cívicas y guerreras”. Así, podemos ver como este homenaje al pueblo popular chileno, representado en el roto, se alza como ícono de ciudadano y guerrero, pese a su poca participación en el gobierno y falta de instrucción bélica.

En el monumento se designa al personaje como Justo Estay, arriero guía de San Martín, siendo que el joven esculpido pareciera ser un labrador, viste de camisa y pantalón arremangados, afirma un fusil en su mano derecha. Si bien, no es seguro que el autor haya hecho la obra pensando específicamente en Justo Estay, es obvio que representa al trabajador del bajo pueblo que fue enrolado en las tropas chilenas, generalmente más a la fuerza que por propia decisión, y formó parte del grupo que luchó tantas batallas para conseguir la independencia que estamos festejando por estos días de Bicentenario.

Para levantar más aún al Roto Chileno, desde 1889, cada 20 de enero se celebra allí, en plena Plaza Yungay alrededor de la estatua, la Fiesta del Roto Chileno, más conocida como El Día del Roto Chileno.

Este símbolo se alza como ícono concreto y cercano de patriotismo y chilenidad. Puede que aun sea discutible la atención que realmente se le da al roto chileno por parte de quienes llevan el país, pero, aunque forzado, éste ha luchado por la República y ha demostrado cualidades impensadas hace dos siglos. Es parte fundamental de nuestra identidad e imagen país, como cimiento y esqueleto de la construcción de la sociedad chilena. Esto último lo saben muy bien quienes han jugado con los símbolos patrios y los estandartes de chilenidad desde hace ya muchos años. Lo demuestra la inclusión y el énfasis histórico que se le ha dado a este personaje popular, no solo ad portas del Bicentenario, sino desde que se comenzó con la construcción de Chile como nación imaginada por parte del estado, como con el caso de la estatua.

Fuentes consultadas: Julio Pinto Vallejos y Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840), LOM Ediciones, 2009.
Icarito.cl

lunes, 21 de septiembre de 2009

Nuestra bandera nacional



¿Izaron sus banderas en estas fiestas patrias?
Desde principios del siglo XIX en Chile, entre batallas y ceremonias para lograr aquella independencia nacional tan recordada últimamente, los símbolos empezaron a tomar relevancia como herramientas de realce y unión social entre los habitantes de esta República.

Durante las primeras décadas del 1800 se crean, modifican y establecen varios símbolos patrios importantes, como la bandera, la escarapela y el escudo, o el himno nacional, en el ámbito más abstracto. La bandera del incipiente Chile independiente tuvo dos versiones claramente reconocibles previas a la que actualmente conocemos. La primera versión, en 1812, constaba de tres franjas horizontales, de colores azul, blanco y amarillo, y en su centro se enmarcaba una pareja indígena mapuche junto a una columna, símbolo de libertad. Luego, para 1817 sería cambiada por una con tres franjas horizontales, de colores azul, blanco y rojo, y la columna jónica en el centro. Finalmente, para el juramento de la independencia del 12 de febrero de 1818, se harían los últimos cambios que llevarían al diseño que hoy en día conocemos y colocamos en nuestros hogares, autos y negocios para las fiestas patrias.

A mediados de la semana recién pasada, en vísperas del 18 de septiembre, la presidenta Michelle Bachelet en persona presentó oficialmente la mismísima bandera sobre la que se juró la independencia de Chile. Desde ahora, quien quiera podrá apreciarla en uno de los salones del Museo Histórico Nacional, en Plaza de Armas.

El año 1925 ya había pasado a ser parte de la colección del Museo Histórico Nacional, pero en 1980 fue robada por el MIR como protesta ante el Régimen Militar. Y no fue hasta diciembre del 2003 que fue encontrada y devuelta acompañada de un comunicado firmado por Andrés Pascal Allende, donde se aseguraba que el emblema había sido “recuperado de manos de la tiranía”, custodiándolo hasta el momento de la vuelta a la democracia.

Para poder volver a exponer la bandera al público, Catalina Rivera y Francisca Campos llevaron a cabo un minucioso proceso de restauración entre octubre del 2008 y septiembre del presente año, trabajando sobre problemas de pérdida de material, desgaste y descolorido, entre otros, todo en el marco de la celebración por el Bicentenario Nacional.

Así se ha recuperado a un protagonista de la historia del imaginario y la imagen propiamente tal de lo que conocemos como Chile. Si bien se trata de trozos de género y figuras quizás antojadizas, son este tipo de elementos los que se alzan para representar a nuestro país en distintas instancias, desde encuentros gubernamentales o actos militares, hasta escenas como las de Nicolás Massú y Fernando González en el tenis, donde terminan envueltos en ellas luego de hacer sufrir al país por varias horas frente a sus televisores, unidos por Chile, sostenidos por un sin fin de símbolos.

Referencias: Julio Pinto Vallejos y Verónica Valdivia Ortiz de Zárate, ¿Chilenos todos? La construcción social de la nación (1810-1840), LOM Ediciones, 2009.
Emol.cl
Ilustración original de Fray Pedro Subercaseaux

sábado, 29 de agosto de 2009

Cueca... ¿típica chilena?



¿Han oído ya las primeras cuecas a lo lejos? Nos acercamos cada vez más a la fiesta nacional del 18 de septiembre, además a un año del bullado Bicentenario nacional, y se comienzan a percibir el aroma a chicha, el sabor a asado y música, principalmente de cueca, por los rincones. Es peculiar que nuestro paisaje, sobre todo en las ciudades, se vea tan modificado por los días de las fiestas patrias, casi transformándose en otro lugar, en el que se vive la nacionalidad de manera cotidiana y conciente.

Son muchos los elementos “típicos chilenos” que aparecen en las festividades criollas, pero varios de ellos, como buen país mestizo y en el cual los cortes históricos han sido bastantes y muy marcadores, suelen generar discusiones acerca de la real chilenidad de sus orígenes, atribuyéndose algunos a España, otros a Perú, Bolivia, Argentina, etc. Los asados, las chupallas, el pisco, las corridas de caballos, las empanadas, los juegos chilenos y hasta la mismísima cueca tienen una nacionalidad discutible, pero de alguna forma llegó a instaurarse en el imaginario colectivo la postal del huasito y la china cuequeando con sus pañuelos al viento.

Se supone que a nuestro país la cueca llegó desde Perú alrededor del 1800. Desde entonces sería apropiada por distintos pueblos chilenos que le darían forma a la cueca tal y como la conocemos ahora, además de sus variantes, como la cueca nortina o la cueca chilota. También hay versiones que ligan sus orígenes a España, África y Arabia. Vale mencionar que hoy en día se bailan danzas similares en países como Bolivia, Argentina y Colombia. En Chile recién se oficializaría como baile nacional en 1979, bajo el régimen de Augusto Pinochet.

El baile de la cueca representa el cortejo entre el hombre y la mujer, o el asedio del primero a la segunda. Ambos bailarines, que se mueven de manera independiente, llevan un pañuelo en su mano derecha con el que adornan sus actos.

Pero, pese a ser una institución chilena, de la cueca solo se conocen unos pocos ejemplares. El guatón Loyola, La consentida, La rosa y el clavel, Chicha de Curacaví o La Violeta y la parra. En cada localidad e incluso momento histórico han nacido cuecas alusivas y muy distintas entre ellas y son bastantes los grupos que viven de la cueca, de varios colores políticos, localidades o grupos socioeconómicos, como los clásicos Quincheros, la insigne Margot Loyola, Nano Núñez, la dinastía de Los Parra o el grupo 3x7 veintiuna, encabezado por el actor Daniel Muñoz, cuya propuesta es de “cuecas bravas”, una vertiente popular y picaresca del estilo, que ha llevado a un sector juvenil a acercarse un poco más a esta música y sus tantos contenido.

Tengan preparado un pañuelo salvavidas y quién sabe si con unos vasitos de chica o piscola, en alguna ramada, la banda de turno hace
un aro entre las cumbias y rancheras y terminan lanzándose a bailar una cueca. Mientras su baile supere al de Lagos Weber tiempo atrás, al menos pasaran desapercibidos en el montón.

Referencias: Enlaces.ucv.cl / Jaja.cl / Wikipedia.org

jueves, 13 de agosto de 2009

El regreso de "La Negra Ester"



¿Se enteraron de que “La Negra Ester” cumplió 20 años y volvió a las tablas?
El estreno histórico de “La Negra Ester”, mítica obra teatral chilena, ocurrió el 8 de Diciembre de 1988, una fría noche en la comuna de Puente Alto. Cumplidos sus 20 años de vida, “La Negra” (como se conoce actualmente en el ámbito teatral) vuelve al escenario del Teatro Oriente para celebrar junto al público durante el presente mes de Agosto.

De aquel estreno del que nadie parecía esperar demasiado, pero que logró aparecer en la portada de la Revista Wikén, entre otras cosas, es poco el equipo humano que continúa. Del elenco original, con Rosita Ramírez, Boris Quercia, María Izquierdo, Willy Semler, Aldo Parodi, Horacio Videla, Manuel Oyarzún y Roxana Campos, entre otros, solo se podrá ver a la mismísima Negra, Rosita Ramírez en escena. De los músicos, se mantienen Custi Aste y Jorge Lobos, faltando Álvaro Henríquez y Mario Bobadilla. Y por último, Andrés Pérez, director emblemático de la obra y del Gran Circo Teatro hasta su muerte en el año 2002, es reemplazado por Rosita Ramírez en esta ocasión, aunque aún es Pérez quien aparece en los créditos.

“La Negra Ester” nace basada en una historia real protagonizada por Roberto Parra, “El Tío Roberto” del clan de los Parra, hermano de Violeta, Nicanor y Eduardo, fallecido en 1995. El relato musical se escribe en décimas. En primera persona, el montaje se desarrolla mayormente en un prostíbulo de San Antonio, donde un cantor chileno, Roberto, se enamora de una prostituta, La Negra Ester.

¿Cuál fue la fórmula del éxito de esta obra? Es interesante que habiéndose llevado a cabo casi en base al trabajo de improvisación y prueba-error, montándose en carpas de circo, en las calles, canchas y galpones, “La Negra Ester” se haya convertido en un éxito de taquilla, no solo en Chile, sino también en Estados Unidos y parte de Europa. Vestuarios grandiosos, máscaras, música en vivo, un fuerte trabajo corporal y expresivo generaron durante años, con cambios de equipo incluidos, una conexión y complicidad nunca antes vista con los espectadores. Su distintivo está en los detalles del montaje mismo, como en la mezcla músico-actoral y el reflejo del Chile popular, de la idiosincrasia y las relaciones sociales de parte importante de nuestra identidad, con personajes y situaciones notables.

El Gran Circo Teatro, junto a otras compañías como El Teatro del Silencio y El Teatro de La Memoria dieron pie al “nuevo teatro chileno”, y abrieron la oportunidad de presenciar propuestas originales y atractivas para todo público.

Personalmente he oído muchas veces la música del obra original y he visto el montaje por televisión. A ver si me ánimo y consigo compañía para ir a ver al teatro, al menos, esta reedición de “La Negra". Y si tengo la suerte de conseguir entradas porque ya están agotadas para las próximas 3 funciones.

Referencias: ¿Cómo comenzó la leyenda de “La Negra”?, Revista Wikén, Diario.elmercurio.cl / Emol.com / Deculto.com