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martes, 6 de septiembre de 2011

Le pongo la sal



¿Existe otra marca de sal además de Sal Lobos? Es impresionante como, al hacer memoria, no logro recordar ninguna otra sal que no sea Lobos en casa o en las repisas del supermercado, en cada compra de mercadería. Obviamente no es la única, y en el pasillo correspondiente deben haber varias competencias, pero no es nada de fácil recordarlas.

Conocida inicialmente como Sociedad Punta de Lobos S.A., la historia de esta empresa data de 1905, explotando depósitos de cloruro de sodio en el Salar de Tarapacá, Primera Región de Chile, cuya superficie podría responder la demanda mundial por alrededor de cinco mil años.

Lobos logra un puesto de privilegio en el imaginario colectivo chileno hogareño, y una importante proyección internacional, debido a su historia y, además, a su calidad, diseño, tecnología e innovación. La sal se utiliza prácticamente en todas las comidas, y esta marca fue pionera en su área, cambiando su forma de consumo y la manera en que nos relacionamos con sus productos.

Primero se diseñó un nuevo envase, concepto a cargo de Waker Diseño y Asociados, en varios formatos. La idea primigenia fue crear un salero cómodo, práctico, moderno y elegante. A la larga, permitió comprar, transportar, utilizar e incluso poner en la mesa, y sin vergüenza, el producto tal cual lo encontramos en el comercio, sin tener que estar trasvasijando de un lado a otro, llenando saleros, poniéndole arroz para conservarlo, etc. Se suman desde entonces varios tamaños y formatos de mesa especializados. Bolsas, saleros, potes, la parrillera. Pero no solo se quedó en un tema de envases, junto a ello se ha ido posicionando en el terreno de la salud y la cocina gourmet, con sus variedades Sal Light; con un 50% de sodio, y su reciente Línea Premium; gruesa, fina de mar, al merkén, a la cebolla, especial para carne y al ajo, cuyo rostro publicitario es el cocinero Christofer Carpentier. Además de Biosal; una sub-marca con vida paralela, emergida de Lobos.

Con esta capacidad de mantención y adaptación, Lobos ha conseguido una importante diferenciación y una enorme familiaridad. Probablemente atraviesa al público medio-masivo, que al igual que uno, toma estos productos sin siquiera mirar las opciones (ni por formatos, variedades o precios), y cada vez más, toca a un público más particular, de “aventureros”, personas preocupadas de su bienestar, del de sus cercanos y, por supuesto, de inflar el pecho cuando les aplauden el resultado de una rica receta en la mesa (sal incluida).

El chileno en promedio consume cerca de 15 gramos de sal diariamente, tres veces lo recomendable, según la OMS (Organización Mundial de Salud). Incluso hay planes de Gobierno referidos a esta problemática, totalmente respaldados por estadísticas inquietantes, que comprendo y comparto desde el punto de vista del bienestar físico de chilenos y extranjeros en relación a la sal. Pero, debido a la trascendencia histórica y la particularidad identitaria y de imagen de esta marca, no queda más que llevarle la contra a aquel recordado comercial de televisión diciendo: “Le pongo la sal”, y seguramente “Lobos”.

Enlace de interés: Ssl.cl

lunes, 14 de septiembre de 2009

Packaging; Imagen de exportación chilena



¿Vale la pena dejar de ahorrar en el diseño de empaque de productos para la exportación?
Chile hace algún tiempo es una creciente potencia agroalimentaria de exportación. La evolución en el área del packaging es cada vez mayor y más detallada, existen varias empresas dedicadas a este negocio que invierten constantemente, llevándola a crecer en dos dígitos en los últimos cinco años.

Atrás quedaron los días en que nuestras exportaciones de fruta eran hechos en toscos cajones de madera. Actualmente el objetivo es adaptar los envases de transporte para que los productos lleguen directamente a los consumidores, evitándole trabajo a los compradores extranjeros y brindándole al consumidor final datos relevantes sobre el origen de elaboración e información respecto al medio ambiente e inocuidad de los productos.

El negocio del packaging en nuestro país supera los US$ 2.200 millones anuales. Este tipo de diseño ha dejado de estar centrado en la creación de soportes resistentes, pasando a preocuparse de la imagen que viste a nuestros productos de exportación; su limpieza y utilidad visual y también biológica. Claro ejemplo de ello es el caso de los berries exportados por VitalBerry. “En 1993 se exportaban berries en pocillos de cartón tapados con papel celofán y amarrados con un elástico. Hoy van en pocillos individuales de plástico que se degrada más rápidamente, de 310 gramos", según explica su gerente comercial, Felipe Juillerat.

La gracia detrás de esta evolución en el diseño de empaques de los productos de exportación chilenos tiene que ver con un cambio en la filosofía detrás de los envases y sus etiquetas. Desde el concepto de fondo hasta las exigencias específicas de los mercados meta son minuciosamente estudiados para el desarrollo de modificaciones o creaciones de nuevos packagings. Se busca reflejar el compromiso ambiental y la practicidad en los empaques de los productos, lo que ha significado importantes inversiones, pero que definitivamente se han recuperado con las alzas en ventas y fidelidad de productos nacionales en el exterior. Se ha logrado convencer y seducir a los compradores de las ventajas y virtudes de distintos productos, como algunos vinos, pescados y frutas, mediante el diseño adecuado de packaging capaz de vender, contener, transportar, proteger, cuidar y comunicar.

Ya se está trabajando en envases inteligentes, como salidos de una película de ciencia ficción, que cambien de color según el estado en que se encuentran los alimentos que contienen o que modifiquen y mantengan atmósferas ideales dentro de los envases de distintos tipos de productos.

Sin necesariamente tener impresa la bandera chilena en cada envase, se consolida también nuestra imagen país. Ya no basta con tener diseños bonitos, ahora es fundamental que sean efectivos, prácticos y llamativos. El producto y su packaging son igualmente importantes a la hora de la decisión de los consumidores en las góndolas de los supermercados. Debemos diseñar y vender bien la imagen y personalidad de nuestros productos, y de paso de nuestro país.

Datos obtenidos en: Natalie Traverso V., “Nuevas tendencias en packaging. Envases, la imagen sí importa” y “La nueva era del packaging”, Diario.elmercurio.com, lunes 7 de Septiembre, 2009.

miércoles, 26 de agosto de 2009

El loco negocio de El Conejo manicero



¿Quién no reconoce ese penetrante olor a vainilla que emana de los carritos de Nuts4Nuts?
Se dice que el chileno es ingenioso y busquilla, que cuando quiere, encuentra formas de salir adelante. Que es capaz de inventar caminos creativos, muchas veces originales, para solucionar sus problemas o lograr ganancias de situaciones poco habituales. Quizás compartamos o no esta visión, pero hay casos de personajes chilenos como El Conejo que demuestran la astucia y el emprendimiento criollo.

Luis Martínez, conocido popularmente como El manicero de Nueva York o El Conejo, nació en una familia humilde de estación central. Su madre era camarera y su padre jinete de hípica. Cumplió con sus estudios escolares y desde joven fue muy trabajador. Fue salvavidas, junior, repartidor de películas, buzo, garzón, vendedor de corbatas, zapatos y relojes, además de ascensorista, entre otras ocupaciones.

Es probable que muchos lo hayan visto en las últimas Teletones, pues uno de sus tres hijos con su esposa estadounidense nació con discapacidades y por ello suele donar a la Teletón todas las ganancias conseguidas con sus cientos de carros de maní en las “27 horas de amor”. Pero cómo llegó a estar en la cabeza de un negocio que a los chilenos nos puede parecer tan típico y que los norteamericanos prácticamente no conocían.

Ya habiendo pasado por variados trabajos en Chile, como muchos compatriotas, decidió dar el salto a “La Tierra de las Oportunidades”, llegando a Estados Unidos sin saber más que unas palabras en inglés. Luego de un par de empleos comienza a trabajar con un chileno en un carrito de maní en pleno centro de Nueva York. Al poco tiempo se independiza, primero trabajando en la ilegalidad, para después conseguir los permisos y afirmarse en el rubro.

Nuts4Nuts, su empresa de maní confitado que traducido sería algo así como “Locos por el maní”, crece con fuerza. Actualmente tiene carritos maniceros comandados por chilenos en alrededor de 25 esquinas de Nueva York y más de 150 carros en Chile, en lugares estratégicos de las grandes ciudades. Se está expandiendo a Europa y el siguiente paso es seguir colocando carros en las calles de América. Su visión es que donde haya esquinas, hay posibilidades de negocios.

Y El Conejo no se quedó solo en el rubro del maní, también ha ampliado su flota de carritos para el servicio de otros alimentos a la chilena, como hamburguesas, churrascos, completos, manzanas confitadas, mote con huesillos y choripanes, los que incluso ofrece para eventos.

Ahora, Luis Martínez administra su empresa a nivel internacional, busca nuevas oportunidades, da charlas motivacionales e incluso tiene participación en el proyecto de una película sobre su historia en La Gran Manzana. En definitiva, El Conejo es un ejemplo de ingenio, pero también, aunque suene un tanto cursi, de esfuerzo. Si esto es por un tema genético y de nuestra raza, bienvenido, y que todos logremos dar con un negocio brillante que nos acerque al éxito.

Algunos datos: Nuts4nuts.cl