domingo, 18 de agosto de 2013
Los Jaivas. 50 años de historia
“¿Cuál fue su motivación para hacer la tesis sobre la gráfica de Los Jaivas?” Con esa pregunta comienza la entrevista que me hizo la periodista Pamela Urbina Alvial, cuando terminaba de escribir el nuevo libro que celebra las cinco décadas de la banda más longeva de la música popular. Paradójicamente, es la misma pregunta que personalmente creo debería hacérsele a ella respecto a éste, su primer libro.
Son varios los hitos que podríamos comentar en estas semanas de fiesta por el medio siglo de Los Jaivas. Desde conciertos mega-masivos, hasta las toneladas de basura en el Parque Forestal. Pero creo que el momento público e íntimo de ayer, 17 de agosto (dos días después del cumpleaños oficial), es símbolo de lo que este hecho significa en lo medular.
A mediodía se lanzó el libro “Los Jaivas. 50 años de historia”, de Pamela Urbina, fundadora y subdirectora de la comunidad Jaivamigos. Felizmente, fui invitado porque colaboré en un capítulo de la obra con mi trabajo de investigación de tesis de pregrado sobre el análisis gráfico y comunicacional de las carátulas del grupo, como testimonio histórico, reflejo de imagen e identidad. Que actualmente puede revisarse en extenso en la publicación digital: “Los Jaivas. Testimonio y Marca” (click para ir a la publicación online).
Fue una ceremonia simple y espontánea, donde la autora junto a Claudio Parra, René Olivares (responsable histórico de la gráfica de la banda), Mario Mutis y Juanita Parra se encontraron y agradecieron mutuamente por la dedicación al trabajo (periodístico, musical y artístico). Luego de los protocolos en el Salón Blanco del Museo de Bellas Artes, todos los presentes, incluidos los artistas, compartieron un coctel y pudieron encontrarse en el hall del museo, donde se podía recorrer la completa y emotiva exposición conmemorativa de los 50 años de la agrupación, con fotografías, pinturas, partituras, trajes, objetos e instrumentos de la vida de Los Jaivas y su entorno.
Cuando ya se había retirado parte del público, y mientras Claudio, Mario, Juanita y René seguían compartiendo, fotografiándose y firmando autógrafos, al igual que la autora del libro; Claudio Parra se sentó al piano en medio de la exposición, en una pequeña tarima, mientras René Olivares se subió a su lado a ilustrar sobre una tela blanca. Poco a poco se unieron Juanita y Mario en percusiones, e inesperadamente, aparecieron desde la calle y entre el público: Francisco Bosco, con su saxo y flautas bajo el brazo, y Alan Reale con una guitarra “de palo”.
Interpretaron alrededor de seis temas, acústicos y acompañados por el coro popular. Con no más de 200 personas y el paisaje del museo, en su esplendor. Un verdadero recital íntimo, simple y transversal. Volviendo a esa esencia familiar de la comunidad. Como para ponerle los pelos de punta a cualquiera que estuviese ahí, mirando, conversando, cantando, bailando y sonriendo. Festejando los 50 años de Los Jaivas, a su lado, sobreponiéndose al paso del tiempo y a la misma muerte, como los mismísimos integrantes históricos de la banda y la comunidad pretenden que ocurra por mucho tiempo más.
Etiquetas:
50 años,
chile,
cultura,
historia,
libro,
los jaivas,
museo,
música,
pamela urbina,
personajes
miércoles, 31 de julio de 2013
Compartiendo lo típico chileno
¿Se les ha cruzado un gato negro demasiado seguido últimamente? No es necesariamente señal de mala suerte, porque hace ya varios meses no hay forma de librarse de este felino chileno en todos los medios de comunicación, junto a Coco Legrand predicando sobre esta marca de vino tinto. Y hasta ahora no han sido tantas las desgracias, ¿o si?
Gato es una marca criolla nacida en la década del 60, reconocida y con presencia en más de 80 países del mundo. Originaria del Valle Central de Chile, pertenece a la Compañía de Cervecerías Unidas (CCU).
Por estos días Coco Legrand es su rostro de campaña. Se trata de una campaña bastante completa, que integra varios frentes comunicacionales y mediales para conectarse con su público local. Así, nos topamos con sus comerciales radiales mientras escuchamos un partido de futbol o hacemos un asado el fin de semana, vemos sus reclames en las tandas de anunciantes de algún programa de televisión de turno, o nos aparecen sus banners promocionales y hasta videos incrustados en nuestras páginas web de consulta cotidiana. Sencillamente, inevitable.
Pero más allá de la correcta gestión medial de la marca, debo mencionar que el concepto del mensaje nuclear de la campaña es un acierto desde la perspectiva de la identidad y las idiosincrasias chilenas. Bajo el slogan de lo “típico chileno”, abogando tanto al mismo vino, histórico y “de batalla” en los hogares de Chile, así como a cuanta cosa se les va ocurriendo a los creativos tras esta gesta comunicacional.
Es posible que no nos hagan sentido todos y cada uno de los comerciales. Que encontremos algunos más acertados, divertidos o ingeniosos que otros. Incluso puede que a algunos ni siquiera les simpatice en demasía Coco Legrand. Pero la idea narrativa funciona y de una u otra forma: nos toca.
El cuentólogo (porque él no se define como humorista), por un lado, se ha hecho archi-famoso relatando situaciones típicas chilenas. Consiguiendo siempre teatros llenos, centenas de aplausos en sus shows y todos los galardones posibles que entrega el pueblo en el Festival de Viña.
Y, por otro lado, el vino Gato o, más aun, la marca; ya es parte del patrimonio rutinario local. Si hasta copa de futbol tiene. Podremos debatir todo lo que queramos sobre su calidad comparada y sus formatos, pero incluso se exporta exitosamente. Y con esta campaña no hace otra cosa más que apropiarse de una gran idea y regarla sin miedo.
Si bien, el internet los gatos son de por si protagonistas indiscutidos (es cosa de ver cómo arrasan en todos los rankings en buscadores y portales de videos caseros de mascotas), vale la pena darse una vuelta por el sitio web de la campaña de Gato, donde se alojan una variedad de secciones multimedia y actualizables como una trivia interactiva, predicciones, un ranking de sobrenombres y hasta recetas chilenas para maridar. Interesante caso para revisar.
Link relacionado: Típico chileno.cl
Etiquetas:
campaña,
chile,
coco legrand,
gato,
identidad,
marcas,
personajes,
típico chileno,
vino,
web
domingo, 30 de junio de 2013
La Mesa Té Club
¿Qué pasó con la Mesa Té Club? Supongo que como yo, muchos recuerdan, y de manera bien “fresca”, la aparición constante de la larguísima mesa Té Club en campañas multimediales. Pero aunque la marca sigue estando muy presente y bien posicionada, le perdí la pista a la mesa hace ya bastante rato.
Quizás tenga algo que ver con los nuevos tiempos y el escenario actual de Chile. Porque las campañas de las marcas grandes suelen conectarse de forma bien lógica y cercana con el contexto histórico y popular que las acompaña. Y algunos podrían sostener que hoy en día las mesas en las casas y lugares de reunión social son cada vez más chicas y en ellas no siempre hay lugar para cualquier invitado.
Actualmente, podemos encontrarnos con fragmentos de esa esencia integradora de la marca Té Club de antaño, por ejemplo en su portal web. Donde las únicas referencias directas que aparecen sobre este emblema publicitario es las en campañas sociales de años anteriores, de colaboración entre la Mesa Té Club con el Hogar de Cristo. Más bien como gancho comunicacional de este símbolo criollo tan reconocido, para agilizar la donación de desayunos para los niños de esta última institución. Apelando a la unión nacional con este práctico fin, que no dudo sea importante, pero que minimiza el enorme valor que pretendía el mensaje (la promesa) original.
En la misma página web de Té Club, ahora se promete otra cosa: una “unión digital”. Poniendo en vitrina la variedad de productos de mercado de la empresa, y centrando el vinculo de sus consumidores con la marca en los canales online de la misma. Los sitios web vinculados, sus redes sociales y demás canales de esta comunidad intangible.
En cierto sentido, aquí se pierde el símbolo más concreto. De esta mesa única pero democrática. Larga, la más larga de Chile. Siempre puesta y donde había un puesto para todos. Relacionando desde paisajes sureños a nortinos, desde la cordillera hasta la costa y desde la ciudad hasta el campo. Compartiendo e integrando en ella al abuelo con los nietos, a la madre con los hijos, al ejecutivo con el campesino y al anfitrión de turno con los invitados más inesperados.
Por estos días, repletos de contingencias sociales, políticas, educacionales, culturales, económicas, podría resultar una promesa algo lejana. Ajena. Aunque así como la hora de once (o “las onces”) en Chile parecieran haberse logrado mantener, junto a unas pocas marcas locales fuertes, como el momento de mayor unión familiar, más allá de desencuentros y alejamientos de cada uno con sus seres cercanos. Puede que esta imagen de esta marca criolla en particular no sea tan surrealista.
En definitiva, respecto a la búsqueda de la mesa: es preferible no negar su vigencia, ni cuestionarse su pasado, sino evaluar sus posibilidades de proyección. Mal que mal, como en todo Club, solo basta que existan personajes “inscritos” o interesados en unirse a él. Y pongo en duda que la única manera hoy sea a través de internet.
Quizás tenga algo que ver con los nuevos tiempos y el escenario actual de Chile. Porque las campañas de las marcas grandes suelen conectarse de forma bien lógica y cercana con el contexto histórico y popular que las acompaña. Y algunos podrían sostener que hoy en día las mesas en las casas y lugares de reunión social son cada vez más chicas y en ellas no siempre hay lugar para cualquier invitado.
Actualmente, podemos encontrarnos con fragmentos de esa esencia integradora de la marca Té Club de antaño, por ejemplo en su portal web. Donde las únicas referencias directas que aparecen sobre este emblema publicitario es las en campañas sociales de años anteriores, de colaboración entre la Mesa Té Club con el Hogar de Cristo. Más bien como gancho comunicacional de este símbolo criollo tan reconocido, para agilizar la donación de desayunos para los niños de esta última institución. Apelando a la unión nacional con este práctico fin, que no dudo sea importante, pero que minimiza el enorme valor que pretendía el mensaje (la promesa) original.
En la misma página web de Té Club, ahora se promete otra cosa: una “unión digital”. Poniendo en vitrina la variedad de productos de mercado de la empresa, y centrando el vinculo de sus consumidores con la marca en los canales online de la misma. Los sitios web vinculados, sus redes sociales y demás canales de esta comunidad intangible.
En cierto sentido, aquí se pierde el símbolo más concreto. De esta mesa única pero democrática. Larga, la más larga de Chile. Siempre puesta y donde había un puesto para todos. Relacionando desde paisajes sureños a nortinos, desde la cordillera hasta la costa y desde la ciudad hasta el campo. Compartiendo e integrando en ella al abuelo con los nietos, a la madre con los hijos, al ejecutivo con el campesino y al anfitrión de turno con los invitados más inesperados.
Por estos días, repletos de contingencias sociales, políticas, educacionales, culturales, económicas, podría resultar una promesa algo lejana. Ajena. Aunque así como la hora de once (o “las onces”) en Chile parecieran haberse logrado mantener, junto a unas pocas marcas locales fuertes, como el momento de mayor unión familiar, más allá de desencuentros y alejamientos de cada uno con sus seres cercanos. Puede que esta imagen de esta marca criolla en particular no sea tan surrealista.
En definitiva, respecto a la búsqueda de la mesa: es preferible no negar su vigencia, ni cuestionarse su pasado, sino evaluar sus posibilidades de proyección. Mal que mal, como en todo Club, solo basta que existan personajes “inscritos” o interesados en unirse a él. Y pongo en duda que la única manera hoy sea a través de internet.
lunes, 27 de mayo de 2013
Día del Patrimonio Cultural
¿Cómo protegemos y transformamos nuestro territorio? Con esta reflexión, el Consejo de Monumentos Nacionales de Chile, junto al apoyo de la Dibam (Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos), Legado Bicentenario y el Gobierno de Chile; se dio el puntapié inicial al festejo del Día del Patrimonio Cultural de Chile, este domingo 26 de mayo de 2013.
Esta iniciativa, que se lleva a cabo por decreto el último domingo de mayo de cada año, desde 1999, busca que en cada versión haya más participación ciudadana y más locaciones que abran sus puertas para ser visitadas y recorridas por todos aquellos curiosos frente a las construcciones criollas, su funcionamiento actual y su historia.
Definido desde sus orígenes por los organismos responsables como una instancia ciudadana de celebración y reflexión en torno a las diferentes dimensiones de nuestra herencia cultural. Este día ha ido consolidándose como una de las principales actividades culturales a nivel nacional.
En palabras de Magdalena Krebs, directora de la Dibam, citada en el diario La Tercera online: “Este día se ha convertido en una fiesta nacional, que permite que cada uno celebre lo que siente propio y se vaya también apropiando de nuevos lugares”. Pues siempre queda mucho por conocer, incluso en las ciudades en que vivimos, donde no tenemos la oportunidad de visitar normalmente los edificios y construcciones emblemáticas.
El presente año 2013, esto se demostró con sus más de 3 centenares de asistentes a los más de 360 inmuebles participantes, entre regiones y la capital.
Los recintos más visitados en la Región Metropolitana, por ejemplo, fueron: el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, el Archivo Nacional, el Palacio de La Moneda y la Biblioteca Nacional. Pero dentro de las novedades de este año, además de la apertura de nuevas locaciones a lo largo de Chile, destacó una en el mundo digital y tecnológico. Se trata de la aplicación móvil “DíaPatrimonio”, de descarga gratuita, que da la posibilidad de armar rutas patrimoniales personalizadas. Y permite conocer, localizar y difundir diversos monumentos e hitos patrimoniales de todo el país, en forma rápida y desde la propia mano.
Que grato saber que desde muy temprano y en familia, pese al día de descanso y el clima frío, cientos de chilenos y extranjeros aprovecharon esta instancia para pasear y conocer de otra forma el entorno que habitan. Aunque no deja de llamar la atención la escasa cobertura mediática de esta jornada, y aun menos de sus versiones regionales, sigue siendo una tremenda iniciativa que puede seguir creciendo y destacando cada vez más. Si incluso hay quienes hoy, en las redes sociales, exigen que se prolongue este evento de uno a más días al año. Por qué no aprovechar el entusiasmo “en caliente”.
Sitio web relacionado: Día del Patrimonio.cl
Esta iniciativa, que se lleva a cabo por decreto el último domingo de mayo de cada año, desde 1999, busca que en cada versión haya más participación ciudadana y más locaciones que abran sus puertas para ser visitadas y recorridas por todos aquellos curiosos frente a las construcciones criollas, su funcionamiento actual y su historia.
Definido desde sus orígenes por los organismos responsables como una instancia ciudadana de celebración y reflexión en torno a las diferentes dimensiones de nuestra herencia cultural. Este día ha ido consolidándose como una de las principales actividades culturales a nivel nacional.
En palabras de Magdalena Krebs, directora de la Dibam, citada en el diario La Tercera online: “Este día se ha convertido en una fiesta nacional, que permite que cada uno celebre lo que siente propio y se vaya también apropiando de nuevos lugares”. Pues siempre queda mucho por conocer, incluso en las ciudades en que vivimos, donde no tenemos la oportunidad de visitar normalmente los edificios y construcciones emblemáticas.
El presente año 2013, esto se demostró con sus más de 3 centenares de asistentes a los más de 360 inmuebles participantes, entre regiones y la capital.
Los recintos más visitados en la Región Metropolitana, por ejemplo, fueron: el Museo Histórico Nacional, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Historia Natural, el Archivo Nacional, el Palacio de La Moneda y la Biblioteca Nacional. Pero dentro de las novedades de este año, además de la apertura de nuevas locaciones a lo largo de Chile, destacó una en el mundo digital y tecnológico. Se trata de la aplicación móvil “DíaPatrimonio”, de descarga gratuita, que da la posibilidad de armar rutas patrimoniales personalizadas. Y permite conocer, localizar y difundir diversos monumentos e hitos patrimoniales de todo el país, en forma rápida y desde la propia mano.
Que grato saber que desde muy temprano y en familia, pese al día de descanso y el clima frío, cientos de chilenos y extranjeros aprovecharon esta instancia para pasear y conocer de otra forma el entorno que habitan. Aunque no deja de llamar la atención la escasa cobertura mediática de esta jornada, y aun menos de sus versiones regionales, sigue siendo una tremenda iniciativa que puede seguir creciendo y destacando cada vez más. Si incluso hay quienes hoy, en las redes sociales, exigen que se prolongue este evento de uno a más días al año. Por qué no aprovechar el entusiasmo “en caliente”.
Sitio web relacionado: Día del Patrimonio.cl
Etiquetas:
aplicaciones,
chile,
ciudad,
consejo de monumentos nacionales,
cultura,
dibam,
historia,
identidad,
patrimonio,
territorio
lunes, 29 de abril de 2013
El cañonazo de las 12
¿Por qué un cañón avisa el medio día en Santiago centro? Desde niño me hacía esa pregunta y ahora, divagando en varios asuntos, la sorpresiva detonación cercana, desde el Cerro Santa Lucía, me hizo recordar no solo la hora, sino también inquietudes históricas sobre el ya patrimonial cañonazo de las 12.
Luego de que el Cerro Huelén, habitado antiguamente por pueblos originarios de la actual capital chilena, fuera tomado y renombrado como Cerro Santa Lucía por Pedro de Valdivia y sus hombres; se convertiría en un claro emblema urbano. Aunque ha pasado por buenas y malas épocas, el cerro hoy mantiene paisajes verdes, arquitecturas diversas, monumentos, paseos, eventos y mitos de todo tipo. Desde el rimbombante Castillo Hidalgo, concebido como un fuerte de defensa de Santiago, hasta el popular cañonazo.
Este hito se gestó como señal para coordinar diariamente todos los relojes de Santiago y avisar el horario de la misa. Actualmente, se ha convertido en un verdadero e infaltable ícono sonoro de la ciudad.
Pero al principio, sin mucha de la tecnología masiva que tenemos ahora, no era fácil dar el cañonazo en el horario exacto cotidianamente. Y aunque había un reloj de sol en el cerro, que intentaba ayudar en esta noble tarea, los días nublados hacían peligrar su labor de apoyo, por lo que el dueño de la relojería El Cañonazo, ubicada en las faldas del cerro, salía puntualmente todos los días a agitar una bandera roja desde la calle. Dando aviso desde su templo del tiempo, para que el artillero de turno llevara a cabo su misión de manera prolija y estruendosa.
A tal punto a llegado el protagonismo del cañonazo que, pese a que se intentó silenciar su aviso del paso del AM al PM luego del terremoto del año 2010, volvió a ensordecernos en febrero del 2012, por conmemoración del aniversario número 471 de la fundación de Santiago. Otros hechos también han intentado acallar este símbolo. Se cuenta, por ejemplo, que a principios del siglo pasado el cañón se destruyó debido a que un artillero empeñoso lo sobrecargaba, y que el alcalde de la comuna, hacia mediados de los años 90, detuvo la detonación durante algunos meses, debido a denuncias de “ruidos molestos”, supuestamente efectuadas por los vecinos.
No está de más comentar que no se dispara una bala de cañón. Para la tranquilidad de los inocentes que, como yo cuando niño, se preguntan dónde irá a caer la munición cada mediodía, vale especificar que se trata solamente de la detonación de pólvora. Y es alegre agregar que no existen nuevos planes por detener este rito. Así que, para quienes estén interesados, vayan a pasear al cerro, donde incluso podrán sacarse fotos con el protagónico cañón.
Luego de que el Cerro Huelén, habitado antiguamente por pueblos originarios de la actual capital chilena, fuera tomado y renombrado como Cerro Santa Lucía por Pedro de Valdivia y sus hombres; se convertiría en un claro emblema urbano. Aunque ha pasado por buenas y malas épocas, el cerro hoy mantiene paisajes verdes, arquitecturas diversas, monumentos, paseos, eventos y mitos de todo tipo. Desde el rimbombante Castillo Hidalgo, concebido como un fuerte de defensa de Santiago, hasta el popular cañonazo.
Este hito se gestó como señal para coordinar diariamente todos los relojes de Santiago y avisar el horario de la misa. Actualmente, se ha convertido en un verdadero e infaltable ícono sonoro de la ciudad.
Pero al principio, sin mucha de la tecnología masiva que tenemos ahora, no era fácil dar el cañonazo en el horario exacto cotidianamente. Y aunque había un reloj de sol en el cerro, que intentaba ayudar en esta noble tarea, los días nublados hacían peligrar su labor de apoyo, por lo que el dueño de la relojería El Cañonazo, ubicada en las faldas del cerro, salía puntualmente todos los días a agitar una bandera roja desde la calle. Dando aviso desde su templo del tiempo, para que el artillero de turno llevara a cabo su misión de manera prolija y estruendosa.
A tal punto a llegado el protagonismo del cañonazo que, pese a que se intentó silenciar su aviso del paso del AM al PM luego del terremoto del año 2010, volvió a ensordecernos en febrero del 2012, por conmemoración del aniversario número 471 de la fundación de Santiago. Otros hechos también han intentado acallar este símbolo. Se cuenta, por ejemplo, que a principios del siglo pasado el cañón se destruyó debido a que un artillero empeñoso lo sobrecargaba, y que el alcalde de la comuna, hacia mediados de los años 90, detuvo la detonación durante algunos meses, debido a denuncias de “ruidos molestos”, supuestamente efectuadas por los vecinos.
No está de más comentar que no se dispara una bala de cañón. Para la tranquilidad de los inocentes que, como yo cuando niño, se preguntan dónde irá a caer la munición cada mediodía, vale especificar que se trata solamente de la detonación de pólvora. Y es alegre agregar que no existen nuevos planes por detener este rito. Así que, para quienes estén interesados, vayan a pasear al cerro, donde incluso podrán sacarse fotos con el protagónico cañón.
Etiquetas:
cañonazo de las 12,
chile,
historia,
hora,
huelén,
identidad,
patrimonio,
ritual,
santa lucía,
santiago
domingo, 17 de marzo de 2013
Del paisaje patrimonial a ciudades de papel
¿Patrimonio desplegable? Por estos días en que el concepto de “patrimonio” pareciera ser una de las palabras clave en los slogans locales de casi cualquier producto, servicio o entidad que ofrezca algo relacionado al entorno natural, arquitectura, arte, gastronomía o personajes de Chile; aparece incluso la posibilidad de llevarse representaciones de lugares emblemáticos de nuestro país. ¡¡¡Hechos en miniatura y de papel!!!
Hace algún tiempo me topé con el proyecto Mi Ciudad de Papel, a través del programa televisivo: “Soñadores”, del área de emprendimiento chileno de canal 13C. Solté el control remoto y me quedé pegado viendo de qué se trataba. El protagonista era Daniel Masot, un joven arquitecto de Valparaíso que contaba cómo se había alejado de la pega rutinaria de oficina y, a raíz del nombramiento de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, había terminado levantando una idea de negocio familiar y bien particular: representar y promover los atractivos patrimoniales naturales y culturales, permitiendo su disfrute y atesoramiento, por medio del diseño y la producción creativa y tridimensional de paisajes patrimoniales en papel.
Me pareció interesante la alternativa de poder llevarse para regalar o para la propia casa una réplica patrimonial urbana en papel, a escala y con la técnica del Pop-Up (como estos clásicos libros infantiles de los cuales se levantan objetos y personajes de las páginas al abrirlos).
Actualmente esta empresa cuenta con un variado portafolio de productos, entre los que podemos encontrar imágenes “vivas” de San Pedro de Atacama, Iquique, Valparaíso, Santiago, Concepción, Frutillar, Puerto Varas, Chiloé, Torres del Paine, Puerto Natales, Punta Arenas, la Antártica chilena… Además de souvenirs y desarrollos corporativos a pedido (como en el pabellón de Chile para la Expo Shangai, el año 2010), y su participación en eventos ligados al RSE (o responsabilidad social empresarial).
De lo turístico-ornamental, se pasó a lo corporativo, sin perder de vista el ideal inicial del alma educativa y familiar de Mi ciudad de papel. Y como buen negocio, la intención está dirigida hacia poder internacionalizar el proyecto. Ampliar el mercado y la experiencia. Mal que mal, cualquier país, ciudad, barrio, edificio o escena natural del mundo puede traspasarse al papel; noble material que del blanco y los formatos más bien cuadrados, permite transformaciones a “postales vivas”, coloridas y tridimensionales.
Recomiendo le den un ojo a esta versión de patrimonio desplegable “hecho en Chile”. Del paisaje patrimonial a ciudades de papel.
Link del proyecto: Mi ciudad de papel
Etiquetas:
chile,
ciudad,
identidad,
local,
mi ciudad de papel,
papel,
patrimonio,
proyectos,
turismo,
valparaíso
Suscribirse a:
Entradas (Atom)