martes, 26 de abril de 2011

Taller Mano Alzada



¿Quién no recuerda alguna cruzada con cariño? Por estas fechas, cuando nos adentramos en el otoño santiaguino y los días se acortan cada vez más, aunque extrañamente el ámbito de movilizaciones estudiantiles ha estado poco movido el último tiempo y recién hoy empezó a olfatearse algo tenue alrededor de las universidades, se viene a mi memoria el Taller Mano Alzada.

Corría la segunda mitad del primer semestre del año 2005, y en Chile estábamos en plena paralización nacional estudiantil frente a la inminente aprobación de la Ley de Financiamiento Estudiantil tramitada en el gobierno de Ricardo Lagos, con Sergio Bitar de Ministro de Educación. Pero no se trataba de una paralización de algunos núcleos universitarios ultra politizados, sino de una verdadera cruzada transversal y masiva, en la que se involucraron universidades y carreras históricamente apáticas a los paros y las tomas. Esta particularidad e impacto a nivel de convocatoria juvenil, provocó acciones y reacciones creativas, todas ellas pacíficas y con excelentes resultados, como hace rato no se veían, llegando a irrumpir programas televisivos exitosos como Vértigo, a tomarse la radio de la Universidad de Chile para transmitir un programa especial denominado Frecuencia ocupada, además de otras múltiples apariciones en prensa, medios de comunicación y mucha vía pública.

Así fue como un grupo pequeño de estudiantes de tercer año de diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU) de la Universidad de Chile, espontáneamente se apropió de una sala de taller y comenzó a construir y producir mensajes alusivos a la contingencia. Se trataba inicialmente de un grupo de no más de diez personas que comenzaron a movilizarse desde su área, a través del diseño de carteles hechos a mano. Tengo certeza de la magnitud del equipo, que pronto se bautizó como Taller Mano Alzada, porque formé parte de él como uno de esos estudiantes energéticos. Quizás muchos digan con los años que formaron parte del taller, ya que actuaba silenciosamente y de forma concentrada en la FAU, desde bien temprano y a veces hasta la madrugada. Y nadie pretende negar que el ritmo no era esclavizante, los turnos se daban naturalmente y solíamos pasar el frío y el tedio de la rutina con navegados y otras bebidas amables con la creatividad.

Pero del diseño a mano se pasó a trabajar con plantillas, pintura, spray, experimentando con xilografía y stencils, hasta llegar al sistema más productivo: la serigrafía, con la cual se lograron tirajes impresionantes, que tuvieron los suelos de las salas llenos de afiches que luego se pegaban, repartían o vendían para conseguir fondos para los gastos de las movilizaciones generales. Además de afiches, se gestaron propuestas notables como la intervención del frontis de Casa Central de la Universidad de Chile con post-its (esos papelitos amarillos con adhesivo) para que la gente opinara y apoyara la iniciativa, empapelando finalmente la estructura, además del constante diseño de boletines y la participación en marchas y actos culturales, junto a decenas de amigos y estudiantes.

Se trabajó muchísimo y se produjo una enormidad, como pueden ver en la fotografía del muro de los originales, donde todo nuevo producto se exponía, junto a los bastidores, herramientas, esa fiel radio destruida, la olla de los elixires y algunos recuerdos más.

Quise hacer un pequeño homenaje al Taller Mano Alzada, tal vez nostálgico, tal vez demasiado breve para algunos, pero confórmense con que tanto la iniciativa como algunos estandartes creados allí, por ejemplo la consigna “Estudiantes por Chile”, se reeditan desde entonces, cada vez que los estudiantes unidos han requerido de nuevas versiones del taller de serigrafía y comunicaciones de Diseño en la FAU. Pasó con la Revolución Pingüina del 2006 y con los movimientos universitarios del 2010 recién pasado, entre otros. Un honor haber presenciado un fragmento positivo de nuestra historia.