domingo, 29 de junio de 2014

Patrimonio Sonoro

¿Podrá sobrevivir la cultura popular musical criolla la invasión globalizadora? Esta puede resultar una pregunta algo repetida en estos últimos años (al menos desde el Bicentenario), pero es que acabo de ver un programa en 13C que daba cuenta de un proyecto novedoso en este ámbito.

Googleando, me entero que lo que vi era el segundo capítulo de La Makinita. Un nuevo espacio en este canal de televisión cultural local que busca reunir a músicos chilenos entorno a sus procesos creativos. Pero el de hoy presentaba una ecuación patrimonial moderna muy particular. Conjugando la historia de un colectivo juvenil, denominado Patrimonio Sonoro, junto con la participación de varios exponentes y familias del mundo del chinchín y del organillo, además de la del cantautor Joe Vasconcellos, para orquestar ciertas respuestas hacia el reconocimiento y aprovechamiento de nuestro patrimonio popular audiovisual en la actualidad mediatizada.

Vamos por parte. Todos debemos haber experimentado desde niños los rítmicos e inagotables espectáculos improvisados de los chinchineros en los parques y las plazas de nuestras ciudades. Así como imagino todos recordamos desde siempre la musiquita casi ritual callejera emergida de los organillos que llamaban a las familias a asomarse fuera de sus casas a compartir estas melodías medio circenses junto a remolinos de papel, animales amaestrados o alguna otra sorpresa.

Tampoco es novedad la aparición de Joe Vasconcellos como personaje clave del “grandes éxitos” en cuanto a sonidos de nuestras vidas chilenas, con influencias latinoamericanas y del mundo se refiere. Es cosa de oír sus canciones, buscar sus colaboraciones artísticas o ver sus incontables participaciones en programas televisivos para darse cuenta de su experiencia y amor por el patrimonio popular (sonoro y general).

Entonces solo nos queda por descubrir en esta ecuación, probablemente a varios de nosotros, la existencia del colectivo Patrimonio Sonoro. Señalemos que su objetivo inicial es desarrollar e implementar una estrategia comunicacional para difundir el trabajo artístico de 10 familias y cultores de la tradición del chinchín y el organillo. Esta inquietud, se pretende llevar a cabo mediante la implementación de una plataforma web, la generación de material sonoro, audiovisual, fotográfico e impreso. Para con ello lograr el reconocimiento, la visibilidad y divulgación de la riqueza de esta esfera patrimonial local. Abriendo así nuevos mercados y nuevas audiencias para este arte popular y callejero chileno.

Cabe destacar, finalmente, que tras esta agrupación de jóvenes de diversas áreas profesionales (danza, sociología, ciencias jurídicas, agronomía y diseño) que se acercaron por intereses personales, artísticos y culturales, y luego conocieron a las familias y los cultores de estas tradiciones; está la motivación de trabajar de manera colaborativa en la gestión, promoción y difusión de este patrimonio sonoro clásico y aun vigente. Pues viven y comparten este oficio al igual que sus referentes y “defendidos”.