jueves, 23 de febrero de 2012

Más de un siglo de Matta



¿Qué quedó en Chile de Matta?
Rematando el verano y aprovechando los últimos días en que aun se podía, fui al Museo de Bellas Artes a ver la exposición “Matta 100”. Una muestra pequeña pero bien interesante de la obra de este artista en el marco de los 100 años de su nacimiento en Chile, cumplidos el 11 del 11 del 11.

Más allá de lo cabalística de esta fecha, que incluso fue bastante utilizada por el mismo Roberto Matta durante su vida; es claro que un siglo sea siempre digno de festejarse y compartirse. Así, vemos como desde noviembre de 2011 hasta (por lo menos) los primeros días de marzo del presente año, se han desplegado en nuestro país ediciones editoriales, productos audiovisuales y exposiciones en museos, como el Bellas Artes y Centro Cultural Palacio la Moneda, dedicados al artista que partió hace tanto tiempo de Chile.

Al salir de “Matta 100”, en mi cabeza ronda un concepto: Matta es un personaje tremendo. Su trayectoria toca tan diversas aristas que incluso cuesta enumerarlas. Historia, arte, pintura, ilustración, editorial, política, amores, amistades. Chile, Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Cuba. Lo local y lo global. Un hombre intenso que se casó cinco veces y dejó huella artística, en dos y tres dimensiones, por donde pasó. Que esculpió y pintó desde telas finas y cortinas de museo, hasta murales populares (como aquel hecho junto a la Brigada Ramona Parra). A quien se le negó la nacionalidad chilena en tiempos de dictadura y se le extrañó desde la vuelta a la democracia, pues ya era oriundo del mundo y no solo de nuestro país. Y quien, además, se relacionó con Dalí, Magritte y Breton, fue expulsado del movimiento surrealista y ganó decenas de premios por el globo.

Personalmente, me atrae la mirada simple sobre escenas complejas, idílicas o cotidianas. Desde La Ilíada o El Quijote y La declaración de los Derechos Humanos, hasta los medios de transporte urbano o los deportes. Ese “control descontrolado” en soportes pequeñísimos y gigantescos, con una síntesis de la forma casi infantil y un uso del color realmente cautivante, logrando brillos mecánicos y plásticos, además de planos opacos y texturados, entre lo orgánico y lo robótico. Un universo concentrado pero exuberante, que pasa por decenas de técnicas y materiales. Tremendo.

Matta siempre mantuvo, pese a las distancias, una relación especial con Chile y con Latinoamérica; la política y sus cercanos criollos, como su amigo personal Nemesio Antúnez. Este último, que como director del Museo de Bellas Artes de Santiago incluso nombró una sala con su nombre, la que aunque fue renombrada durante la dictadura militar, hoy puede visitarse con su nombre original.

No es extraño que se le recuerde con admiración y nostalgia en nuestro país, por sus pares o el público general, a más de 100 años de su nacimiento. Vale la pena ver fragmentos de un siglo y fracción de Matta, a nueve años de su fallecimiento en Italia.

2 comentarios:

  1. No lo había leido hasta hoy (me demoré harto en pasar por acá).
    Oye,meencantó la semblanzaque haces de MAtta, era un personaje con visis "renacentista", que manera de hacer cosas y tan diversas unidas por su estilo inigualable. Para mi gust, como el vino... año que pasaba mejor.

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  2. Anabella, hasta bien entrada edad se mantuvo super activo, eso es cierto y envidiable.

    En esa misma exposición que comparto rotaban varios cortes audiovisuales de programas de los ochenta y noventa. Incluidas aquellas amenas conversaciones con su amigo Nemesio Antunez. Y, la verdad, es que en todas ya se le notan los años; pero mientras más mayor aparece en los registros, más maduro se muestra en sus ideas y más infantil en sus obras.

    Gracias por tu comentario.

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