jueves, 6 de agosto de 2009
Al resguardo del Escudo Nacional
¿Nuestro escudo nos defiende de la perdida de identidad? Cuecas, empanadas, chicha y la bandera, son algunos de los símbolos patrios que actualmente reconocemos como imagen de Chile, aunque comúnmente solo aparezcan para el 18 de septiembre o fechas conmemorativas. Otro de ellos, nuestro Escudo Nacional, tuvo transformaciones pero llegó a configurarse como lo conocemos hoy en día intentando escudar una identidad local.
Los escudos, históricamente, además de servir de elemento de defensa personal en el combate cuerpo a cuerpo, cumplía la función de resguardar y realzar nombres o símbolos de familias reales y grupos de importancia social. Así, los países toman la costumbre de tener sus propios escudos, como elementos fundamentales de su imagen nacional, y no netamente ligado al ámbito militar, sino como emblema de orgullo y unión popular.
El Escudo Nacional actual fue oficializado recién el 26 de junio de 1834 bajo el gobierno de José Joaquín Prieto. Su diseño, paradójicamente, estuvo a cargo de un británico, Carlos C. Wood Taylor. El diseño consta del escudo mismo con la estrella blanca en su centro, dividido en azul y rojo, sostenido por un huemul y un cóndor con coronas navales de oro. Está adornado con tres plumas de colores azul, blanco y rojo. Debajo, sosteniendo al conjunto, hay una suerte de forma orgánica, atravesada por un lienzo con el lema “Por la razón o la fuerza”.
Hubo dos diseños previos. En 1812 se había creado el primer escudo para reemplazar el escudo Real Español. Este tenía una pareja de indígenas armados, cuyo único parecido con el escudo actual era una estrella blanca sobre ellos. Y, con el Chile independiente ya firme, el gobierno de Bernardo O’Higgins decidió crear un nuevo emblema patrio, con laureles tipo César, un marco con una columna jónica en su centro y armas de la época por fuera.
Pero además de sus dos transformaciones, este estandarte patrio tuvo algunas modificaciones particulares sin intención. Hay versiones que cuentan con un caballo en vez de huemul, como el Monumento a los Héroes de Iquique en Valparaíso y en la Plaza Independencia de Concepción, debido a que fueron artistas extranjeros quienes los hicieron, sin conocer huemules. A propósito, ¿cuántos de nosotros hemos visto un huemul?, ¿cuántos hay?, ¿dónde están?
Quizás sea poca la claridad del por qué la presencia del huemul y el cóndor a nivel masivo en Chile. Muchas veces aceptamos y levantamos nuestros símbolos patrios sin siquiera pensar cómo llegaron a estar ahí o lo que representan.
Si bien puede no incomodarnos o importarnos el nombramiento e ilustración del huemul y el cóndor como los animales chilenos icónicos, el lema si ha generado en nuestra historia varias discusiones y dudas. El carácter rudo y algo bélico que insinúa ha llevado a que incluso en el Congreso Nacional, el año 2004, Nelson Ávila propusiera una ley para cambiar la frase actual “Por la razón o la fuerza” a “Por la fuerza de la razón”. Este proyecto aún está en trámite, y por su baja prioridad, es probable que demore mucho en saberse su conclusión, o simplemente se olvide.
Finalmente, estos constructos nos llegan establecidos y es poco lo que podemos hacer ante o “contra” ellos. Cada vez que vemos nuestro escudo, así como nuestra bandera nacional o algún otro emblema, sabemos que se trata de símbolos que nos representan, sino a nosotros, al menos al concepto de Chile a nivel internacional. Habiendo revisado algo de su historia y sus características, además de alguna anécdota peculiar, nos queda preguntarnos si este escudo nos ayuda aunque sea en menor medida a unirnos dentro de este concepto quizás poco definido que se entiende por “Chile”.
Algunos datos: Wikipedia.org
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