lunes, 22 de junio de 2009
El ritual del supermercado
¿Dependemos hoy en día de los supermercados? La rutina de la familia chilena media de la compra semanal, quincenal o mensual para el hogar, suele hacerse en los supermercados. El factor tiempo, sumado a la disponibilidad de productos y ofertas, y al fácil acceso a estos locales ha generado, en gran parte, esta dependencia. Pero el rito del supermercado tiene históricamente algo más que temas prácticos. Se relaciona a realidades sociales y a estilos de vida.
El primer supermercado inaugurado en Chile (y también en Latinoamérica) fue Almac el año 1957, en Santiago. Si bien esta nueva forma de compra y consumo inició un enorme cambio en nuestra sociedad, por mucho tiempo los almacenes de barrio y los puestos de venta al aire libre, ubicados en algunos lugares claves de la capital, continuaron siendo sitios muy concurridos e importantes centros de sociabilidad.
Se suman luego otros supermercados a lo largo y ancho de Chile y del continente. El rechazo inicial que hubo cuando recién aparecieron este tipo de locales poco personalizados, no tardó en mutar a una ritual vicioso que llevó en la década de los 80’s a personas de clase media emergente incluso a pasearse por los pasillos del supermercado con carros repletos de mercadería, de la cual solo un pequeño porcentaje llegaría a la caja para ser pagado y embolsado. Los supermercados se convertían en lugares de reunión social y en pasarelas de consumo para sus compradores, quienes demostraban con el contenido de sus carros sus más íntimos secretos hogareños y el fiel reflejo sus estilos de vida.
En 1976, se abre el Hipermercado Jumbo, que fue creado más que como “un supermercado más”, pues buscaba ser un centro para el consumo y el ocio de la familia chilena. Se tenía, por primera vez y en un solo lugar, la mayor variedad de marcas y productos disponibles en el mercado del momento, y no específicamente al alcance de cualquier bolsillo.
Para casi cualquier compra en estos días los supermercados son salvadores. Eso es innegable. Si podemos encontrar desde frutas y verduras hasta artículos de librería y en algunos casos: electrodomésticos y ropa. Lo que habría que cuestionarse en estos bullados tiempos de crisis, es si la inversión de tiempo, disponibilidad y acceso es tan conveniente frente a lo desagradable o traumático que se hace muchas veces el evento. Casi todo el mundo tiene la misma disponibilidad horaria para ir de compras; los supermercados se repletan, la variedad es discutible, el servicio no siempre es eficiente, las cajas abiertas se suelen hacer pocas, el estado de muchos productos perecibles es por lo menos descuidada y los precios no son particularmente los más bajos.
Pero hay personas que disfrutan paseándose y pasando el rato entre las góndolas. En varios casos se han instalado cafés y pastelerías dentro de los mismos supermercados. Y no debiera sonarnos tan ajeno, aunque si curioso. Uno mismo, que se autodefine como “práctico”, cuando va a comprar un par de cosas específicas, termina muchas veces viéndose seducido por productos que en primera instancia no pensabas comprar, pero al verlas parecen necesarias y terminan en nuestras bolsas ya que están al alcance.
Almac, Unimarc, Ekono, Jumbo, Líder, Santa Isabel, Montserrat, Deca, Korlaet, Tottus, Puerto Cristo o Marmentini Letelier. Hay algo en los supermercados que los hace ineludibles. Podríamos comprar todo a mejores precios en dos o tres lugares distintos. Pero ya nos acostumbramos a deslizarnos con el carrito como sobre nubes, aunque sea con la clásica rueda en mal estado. Es como un ritual santo, quizás parte de la rutina del progreso.
Algunos datos: Pedro Álvarez Caselli , “Chile Marca Registrada”.
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Me imagino que debo ser de las pocas retro que prefiere la feria, la vega, el matadero y lo valledor; las razones son variadas, mejores precios, verduras mas frescas, la gemnte que atiende es "de verdad", echan la talla, te hablan, a la larga se establece una relación amistosa si uno se hace habituá, y hay un ser humano tras el producto que uno lleva y puede uno comentar, quejarse o pedir cambio.
ResponderEliminarPara mercaderìa, uno va aprendiendo en que locales comprar, casi obvio decier que no habra la cantidad de amrcas que hay en el supermercado, pero como a mi las marcas me dan igual, no tengo problemas. Igual voy al super por un par de cosas, pero me carga; me gustaban los concepros del antiguo Unimarc que partio como una cooperativa de consimo, o del marmentini que era un montòn de repisas si sofisticacion en el que los rpecios eran mucho mas convenientes que en los super llenos de parafernalia.
Jamas iria a tomar once a un super, ni a copuchar con una amiga, para eso estan los cafés, la idea de "ciudadelas" dentro de un espacio cerrado, lease supermercado o mall, me simplemente me parece artificial e inhumano, todos pasan a ser una ente mas.
Encuentro genial que haya gente que le haga el quite a lus supermercados por estos tiempos. No es tarea fácil, así como no entrar a farmacias de cadenas. Están en todos lados y el recorrido se hace casi inconciente, aunque sepamos que practicamente nunca es lo más conveniente ni en tiempo ni en dinero.
ResponderEliminarConfieso que a mi eso de ir a pasear a este tipo de locales o pensar en tomar cafecitos o comer pastelitos en ellos me carga. También intento evitar comer completos o lo que sea en las bombas de servicio, lo encuentro poco grato.
Saludos y gracias por comentar.