jueves, 4 de junio de 2009
La despedida apoteósica de un Matador
¿No es extraño festejar la perdida de nuestros ídolos deportivos? Este martes por la noche aconteció un momento de antología en el Estadio Nacional, hace poco bautizado como Julio Martínez. Más de sesenta mil personas se apretujaron en ese lugar para darle vida al Adiós Matador, el mega-evento de despedida del fútbol de José Marcelo Salas Melinao, “El Matador”.
El Estadio Nacional se vio colapsado por la sobreventa y la reventa de entradas para el gran show. Yo asistí con un grupo de familiares, casi nos quedamos fuera y después tardamos por lo menos 20 minutos en pasar desde el acceso a galería norte hasta las bancas bajas del sector a codazos y contorsiones. Puedo asegurar que había más de sesenta mil personas en el recinto, si hasta las escaleras estaban copadas de gente en todo el estadio y ningún vendedor de confites o bebidas logró llegar siquiera a ser visto por alguno de nosotros.
Hubo centenares de personas que ni siquiera pudieron entrar, algunos con entradas de sesenta mil pesos compradas hace un mes, y otros muchos con suerte vieron pedazos de la cancha entre cabezas desde los accesos a las galerías.
Estos “detalles” logísticos se deben considerar. Son tan pocas las fiestas deportivas que tenemos en Chile, que la gente está ansiosa cuando se apronta alguna, sobre todo de estas características, aunque sean para perder a un crack. Hay que prever sobreventas, reventas, masas indómitas, olores, peleas y extravíos familiares. Se despedía a un ídolo nacional, el último gran delantero del fútbol chileno, según dicen algunos.
Estaban invitados grandes jugadores de Universidad de Chile, de La Roja, River Plate y Juventus. Los amigos de Salas en la Lazio no pudieron llegar por un percance de último momento, pero la verdad, es que poco se notó.
El Matador tiene muchos méritos para despedirlo en grande, y también para rogarle que no se vaya todavía. ¿Una exageración?, no lo creo. ¿Cuántos goleadores así ha tenido Chile?, ¿cuántos deportistas de calidad y precio internacional han salido de clubes como el Santos de Temuco para llegar a Argentina y Europa como ídolos?. Sólo por citar algunos ejemplos: Marcelo Salas jugó 465 partidos oficiales en tres países y en 15 años de carrera, la Juventus pagó 24.000.000 de dólares por su último traspaso en Europa, marcó 249 goles en partidos oficiales, 37 de ellos en sus 70 partidos por la Selección Chilena, convirtiéndose además en el artillero histórico de nuestro país. Los números lo avalan, y el cariño de la gente también, como se demostró esta semana en el Estadio Nacional.
Incluso hay que agradecerle ser un personaje tan deportivo y tan poco farandulero. Se ha mostrado siempre como un hombre reservado y de pocas palabras, nunca le gustó demasiado hablar con la prensa y evitó cualquier portada extra deportiva, pero es cercano a la gente y cuando tuvo que hablar o aparecer, lo hizo. Igual que en la cancha; cauteloso, buen compañero, pero sobre todo certero.
Hoy en día, en que sobran los futbolistas más preocupados de su peinado y sus aventuras amorosas que de sus profesiones, y con esa eterna Roja de Todos que nos mantiene con el alma en un hilo, hay que saber reconocer a quienes nos han dado alegrías, y por qué no decirlo, a quienes han promocionado el nombre de Chile en el extranjero. Basta con recordar que un estadio argentino repleto coreó “chileno, chileno” cada vez que El Matador hizo de las suyas en River Plate.
Por eso estas despedidas son tan escandalosas. Por eso se hace pequeño cualquier recinto para contener semejante show. Ya se despidieron Marcelo Ríos e Iván Zamorano logrando estruendos similares, y no son muchos más los que pueden hacerlo. Actualmente, fuera de un par de futbolistas de la talla de David Pizarro o Alexis Sánchez, para cuyas despedidas habrá que esperar bastante, o Fernando González en el tenis, son escasos los héroes nacionales modernos que tenemos, y por ende, hasta las fiestas de despedida son muy pocas.
Pese a las malditas lesiones que lo alejaron de las canchas siendo aún muy joven, a que personalmente preferiría ver a Salas morir en la cancha y pese a que por un minuto, aplastado entre la multitud, creí que no vería el espectáculo, yo estuve ahí, salté en el tablón y me comí un sanguche de potito a la salida, en honor a Salas. Adiós Matador.
Referencias personales: Mi presencia en el Estadio Nacional para la despedida de Marcelo Salas.
Otras referencias: Emol.cl
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Si, es verdad que dejé abandonado el blog, (y me pesa) pero planeo recuperarlo en algún punto de la historia. Por ahora no tengo cabeza para sentarme a escribir, asi que lo uso como plataforma para revisar mis sitios preferidos (siéntase halagado :P).
ResponderEliminarDebo reconocer que este es el post menos interesante que has publicado hasta ahora, pero puede ser simplemente porque el futbol y yo no enganchamos :)
Saludos
Lepi
Gracias por el halago entonces pues. Se agradecen los comentarios y críticas.
ResponderEliminarCreo que hay que saber escribir y opinar sobre temas variados. Finalmente, todos tienen algo que ver con lo que somos y lo que representamos.
No es un post netamente futbolítico, el evento realmente me llamó la atención como fenómeno popular y simbólico chileno.
Saludos a la Srta. Lepidóptera y a todos los que pasan por aquí.